martes, 22 de diciembre de 2020

Un pequeño trozo de carne.


I. 

Ocurrió en un restaurant mexicano. Un hombre come a solas en una mesa algo retirada del resto de los comensales. Una comida que no describiré es lo que come, mientras está en el lugar. Todo ocurre normalmente hasta que de pronto el hombre se mueve en su asiento, y comienza a llamar la atención. Parece ahogado, hace gestos desesperados, aparentemente pide ayuda. Se acerca entonces un trabajador del local y le realiza correctamente una maniobra para que expulse el alimento que lo ahogaba. La gente que come en el local observa como el trozo de alimento sale expulsado varios metros delante de él y parece aliviada al verlo recuperarse. Incluso aplaude. El hombre hace gestos indicando que está bien. El trabajador del restaurant recoge aquello que el hombre expulsó. Un pequeño trozo de carne. Lo envuelve en una servilleta y se aleja del lugar. 


II. 

El trabajador del restaurant, ya a solas, abre la servilleta y observa el trozo de carne. Ya es tercera vez que ocurre y apenas lleva un año trabajando en aquel lugar. Verifica el pedido del hombre que antes se había ahogado y se da cuenta que él no comía carne. Nadie más se fija en eso. Ya en las veces anteriores había tenido dudas, pues el trozo de carne no parecía coincidir con lo que ellos comían. Un trozo de carne oscura es lo que observa el hombre, sobre la servilleta. Un cubo, digamos, aunque no tan regular. Por un momento piensa en comerlo, en que es algo que le falta y que alguien se lo envía una y otra vez, para que vuelva a ponerlo en su sitio. Para que las cosas mejoren. Para que todo cobre sentido. Mientras decide si hacerlo, sin embargo, yo coloco el punto final.

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