Una amiga me contó que lloraba al ver ropa tendida.
Me explicó que era una especie de tristeza y de vergüenza,
pero con un toque de humildad.
-Sé que suena raro –me dijo-, pero siempre sucede
lo mismo. No importa si es mi ropa o la de otros… lo cierto es que apenas la
observo nace en mí una sensación como de bajar la vista, pero con el corazón…
como si mi corazón no fuese digno de mirar cara a cara a la ropa tendida…
Yo trato de entender, pero ella parece no quedar
conforme.
-No –continuó-. Lo dije mal. No es no ser digno… eso
suena más terrible… esto es más bien con un poco de ternura, con una media
sonrisa y luego lágrimas, poquitas y sin agonía… como si fueras a mirar a
escondidas a un hijo que se ha dormido esperándote, en la noche…
-¿Con un poco de culpa? –pregunté yo.
-No. No es culpa. Y supongo que tampoco es algo que
produzca la ropa en sí. De hecho, la ropa doblada y guardada o hasta sucia, no
me produce nada… Con la tendida, en cambio es como que no tuviese derecho a despertarla… o más bien, que tuviese derecho,
pero decidiese no hacerlo, mientras termina de estilar y de perder la humedad…
mientras termina de estar limpia…
-¿Mientras termina de estar limpia?
-Claro… o más bien… mientras termina de estar lista…
o sea, la ropa no se limpia para ella misma, sino para ser usada, para estar
lista…
-¿Y eso es lo que da pena?
-¿Qué cosa?
-Que la ropa se limpie no para ella misma, sino que
para ser ensuciada nuevamente… el proceso, el lavado, el secado, el sol en ella…
y nada por ella misma…
-Quizá –dice mi amiga, pensativa-, la verdad nunca
racionalizo esas cosas… o sea, me gusta hablarlas… y la verdad es que ese
llorar alivia un poquito… me confirma que siento…
-O a revés –intento complementar-, quizá sentir te confirma
a ti misma.
-No contamines… -concluye sonriendo-, a mí me gusta
sentir así, como si mi corazón también se pusiera al sol y luego botara la
humedad por los ojos, nada más… y sí… quizá lloro entonces porque no es para mí
misma aquel llanto…
-...
-¿Suena absurdo, no…? -ella sonríe y baja la vista- ¡Qué tonta…! Me dieron ganas de llorar de nuevo.
-...
-¿Suena absurdo, no…? -ella sonríe y baja la vista- ¡Qué tonta…! Me dieron ganas de llorar de nuevo.
"nace en mí una sensación como de bajar la vista, pero con el corazón…"
ResponderEliminarEy... a mí me pasó eso... exactamente!!!
abrazos.