Un hombre se me acerca en un bar, tras terminar de ver un
partido de fútbol.
-¿Usted cuenta cuánto toma…? –me pregunta.
Yo no sé qué decirle.
-Porque yo no cuento y por eso me cagan… -continuó-. No me gusta contar…
hay hueás que no se debieran contar…
-¿Contar de decir o de numerar? –le pregunté.
-De poner números, po hueón… -me aclaró-. Esa hueá es fea… ¡todos los
hueones cuentan! ¡Todo el rato!
-…
-Ahora mismo… todos los hueones contando –siguió-. Cuánto toman,
cuántos goles necesitan, cuánto rato queda… cuánto dejar de propina… ¿no
encuentra feo eso…?
-Eh… no… No tanto.
-¡Cómo que no…! Si es fea esa hueá… No hay pa qué contar en la vida, si
la vida es una no más… y las hueás importantes también… ¿acaso se puede contar
la sangre?
-En litros sí –le dije por molestar.
-¡No po, hueón…! –se enojó-. ¡Esa hueá no es contar! Yo digo que
cuántas sangres tenís…
-¿Cuánta sangre?
-¡No po…! ¡¿Cuántas?! ¿Cuántas sangres…?
-Eh… no se puede decir… -admití.
-No po, hueón… eso te decía… las hueás que podís conocer de verdad… las
hueás importantes pa uno, no se cuentan… ¿Sabe por qué nos confundimos?
-¿Cómo…?
-Que si sabe por qué nos confundimos y pensamos que contar es
importante…
-No –le dije.
-Porque Dios nos hizo dedos de más… -me explicó-. No tenía pa qué
hacernos más dedos… eso era pa puro tentarnos… igual que con el libre albe…
alberrd...
-¿Albedrío? –lo ayudé.
-Sí, igualito que con esa hueá… nos confundió enteros con hacernos más
dedos… eso era dar entrada al demonio no más…
-¿Al de moño? –pregunté apuntando a un tipo de pelo largo.
-No po, hueón… al diablo… no me agarrís pal hueveo que te estoy
hablando en serio…
El hombre me miraba algo molesto.
-¿Acaso sabís como es el diablo, pa burlarte…? –me preguntó entonces.
-Eh… no... No sé.
-El diablo es un hueón contando… un puro hueón que cuenta…
-¿Y qué cuenta?
-Cuenta hueás pencas no más, po… -me dijo, como si fuera obvio-. Si las
hueás importantes no se cuentan… ya te dije… pero lo malo es que los hueones lo
imitan…
-¿Y los hijos? –le pregunté.
-¿Qué pasa con los hijos?
-¿Acaso no se cuentan los hijos?
-¡No po hueón! ¡No hay que contarlos, hay que ser papá no más, de los
que hayan…!
Seguíamos hablando cuando llegó el garzón a exigirle el dinero al
hombre… especificándole la cantidad de tragos y de dinero que debía pagar…
-¡No contís, hueón…! –le gritaba el hombre, amenazante-. ¡Me da lo
mismo si decís que tomé cuatro o seis o la hueá que sea de vasos…! Yo tomé
alcohol y tú querís dinero… y aquí está…
Acto seguido el hombre le entregó varis billetes al garzón, bastante
más que lo que le pedían, por cierto.
-¡Ve que es feo contar! –volvió a decirme entonces.
Yo asentí.
-Lo que pasa es que nadie se hace problema con las hueás feas… aunque
sean obvias –siguió-.Y aunque nos ensucien… Es igualito que con el sabor de la carne…
-¿Qué pasa con el sabor de la carne?
-Que todos los hueones dicen que la carne tiene sabor a carne, pero no
saben por qué… -intentó explicar.
-No lo comprendo -admití.
-¿Qué cosa?
-No sé… la conexión de lo que dice –le aclaré-. Además… ¿Por qué se
supone que la carne tiene sabor a carne, según usted?
-¿Por qué la carne tiene sabor a carne…? -repitió.
-Sí.
El hombre pareció entonces pensarlo un poco, pero justo cuando parecía
que iba a contestar, se cayó de golpe.
Y claro… yo me quedé con la pregunta como título.
Yo tengo 2, aunque sea feo que lo diga... gracias por los asteriscos?
ResponderEliminarEs un saludo...
ResponderEliminarentonces *** tambien para ti
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