A veces me pasa que camino encontrando cosas que no
perteneces al paisaje.
Es decir, cosas que yo creo, no pertenecen al
paisaje.
Por ejemplo, ocurre que en medio de un camino
encuentro una piedra… y me da la sensación que alguien la dejó ahí.
Con todo, no logro decidir si aquello que encuentro
fue dejado ahí premeditadamente, o si simplemente fue un descuido y alguien lo
olvidó y debo devolverlo.
Así, sucede que de pronto nace la necesidad de ir
recogiendo todo, aunque claro, no puedo hacerlo sino con la vista… creyendo ver
algo así como un escenario lleno de accesorios que fueron agregados uno a uno.
Lo extraño es que el tamaño y naturaleza de esos
accesorios excede los límites que uno podría considerar como normales, y paso entonces
a sentir que alguien, por ejemplo, olvidó la cordillera, un montón de árboles,
o hasta el sol allá arriba… como si se tratara de los juguetes que deja
desperdigados un niño pequeño, luego de acabar el día.
Y claro, en mi mente, el escenario parece así despojarse
poco a poco… e imagino que no está la cordillera, ni los edificios, ni las
personas que andan todo el día moviéndose entre ellos… hasta que todo parece
quedar vacío.
Y es que crecí sintiendo que nada me pertenecía,
pienso ahora, y quizá esa sensación me acompaña hasta el día de hoy cuando miro
al mundo, y me siento también como algo dejado ahí… en medio de un camino por
el que nadie transita.
¿Habrá una forma de sentir todo integrado… todo en
su sitio, me pregunto ahora?
¿Existirá un abrazo secreto entre los que formamos
parte de todo esto, sin que nos demos cuenta?
Pues mi vida entera –aprovecho de confesarles-, se
sostiene de un sí precario que da
respuesta a esa pregunta.
De hecho, puede que ese sí, cuando es compartido por todos, se transforme en el mismo abrazo secreto, que
busca reafirmar.
Gracias por un blog interesante! Bienvenida a lo mío!
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