sábado, 20 de octubre de 2012

Entreacto.



-Imagínate un viejo postrado en una cama –me dijo-, en una pieza pequeña.

Yo lo hice.

-El viejo solo tiene dos cosas en la pieza –continuó-,  dos cosas que mirar, me refiero… un cuadro hermoso lleno de colores y una ventana que da a un patio interior, oscuro, donde invariablemente se observa una pared opaca que está unos metros más atrás…

-¿Por la ventana solo se ve una pared?

-Sí, es un patio mínimo, nadie va ahí, y desde la posición del viejo solo se ve la pared, tras la ventana.

-De acuerdo.

-Pues piensa que pasa el tiempo, años si quieres… ¿sabes dónde miraría el viejo?

-No entiendo.

-Te pregunto si crees que el viejo miraría el cuadro hermoso o la pared opaca, tras la ventana.

-Mmm… no sé… supongo que mira ambas cosas –dije.

-Te equivocas… el viejo solo miraría la ventana y se perdería de ver el cuadro –afirmó.

Yo me quedé en silencio.

-¿No vas a preguntar por qué? –me preguntó entonces.

-¿Por qué, qué?

-Por qué el viejo observa la muralla a través de la ventana…

-Ah, eso… pues no lo había pensado… ¿sabes por qué? –le pregunté.

-Porque la esperanza es una mierda que no se elige –concluyó.

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