lunes, 1 de octubre de 2012

La zona templada.


“He sido víctima de una serie de accidentes,
como todo el mundo”
K. V.


Buscamos vivir en la zona templada.

No hay nada de malo en aquello.

Estaciones bien marcadas.

Temperaturas medias.

Lluvias y sol a espacios moderados.

De vez en cuando vacaciones, es cierto.

Vamos a la playa.

Vamos a la nieve.

Pero volvemos a la zona templada.

Nuestro hogar es pequeño, pero está bien.

Lo pagamos de veinte a treinta años plazo.

Ahora incluso agradecemos al gobierno porque fijó créditos de estudio a quince años.

La cerveza no es tan cara.

Hay buen deporte en la tv.

Y hasta es más fácil conseguir sexo que hace algunos años.

Es buena la zona templada.

Aunque claro, a veces nos asustamos porque llueve mucho.

Se inundan unas calles.

A veces un auto queda atrapado en un paso bajo nivel.

Cosas de ese tipo.

No es nada tan grave, pienso yo.

Después de todo, la vida es mejor sin tantos sobresaltos.

Un ascensorista me lo dijo una vez:

“Hay que estar tranquilo en el sitio que nos corresponde”.

Y claro: a nosotros nos corresponde la zona templada.

Combina con nosotros, inclusive.

Nos viene bien.

No nos exige demasiado.

Y es que aquellos que realmente nos aman, no nos exigen demasiado.

Eso me enseñaron.

Y claro: a veces nos desesperamos un poco.

A veces pensamos que no pertenecemos a este sitio.

Pero eso es algo normal, después de todo.

Además, todo vuelve a su sitio, en algún momento.

Esa es otra de las frases que me gustan.

Mi abuelo las recitaba, años atrás.

Murió mientras dormía, sin darse cuenta.

Todos dicen que tuvo una buena muerte.

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