Mi corazón está hecho de pañuelos de colores.
Apretados entre sí como para un truco de magia.
Así, vas tirando de uno y comienzan a salir en hilera.
Amarrados en sus puntas como los niños más pequeños en las filas de un
colegio.
Sus colores me emocionan.
Van saliendo de mi boca y los nudos rozan mi garganta.
Una vez fuera, lloro siempre un poquito, sin saber por qué.
Y claro: de vez en cuando
alguien se detiene a mirar el espectáculo.
Cada vez con menos asombro, por cierto.
¿Cuál es el truco?, me
preguntan.
Y yo no sé decirles que no hay truco.
Entonces, simplemente, vuelvo a enrollar los pañuelos.
Trago con cuidado y hasta con dolor, si soy sincero.
Y el corazón vuelve a su sitio.
¿Y saben…?
Siempre duele un poco más, cuando el corazón regresa al lugar que pertenece.
Por eso, hay veces en que pienso no volver a hacer aquel acto.
Pero si no debiese hacerlo, pienso entonces, mi corazón no estaría
hecho de esa forma.
Y quizá el dolor, sería inaguantable.
Así, finalmente, resulta que vuelvo siempre a tirar de un pañuelo.
Y comienzan así, nuevamente, a brotar en hilera.
Y claro… una vez que están fuera lloro un poquito,
sin saber por qué.
Me ha encantado -y emocionado mucho- esta entrada!
ResponderEliminar=)
Una ternura!
al corazón le llegó :)
ResponderEliminarmuy bonita entrada.
Saludos!
Hermosa entrada!
ResponderEliminarSaludos :)
Gracias.
ResponderEliminarSaludos tb.
Que bien, me encantó.
ResponderEliminarGracias.
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