miércoles, 31 de octubre de 2012

La suerte no tiene nada que ver.



-¿Va a insistir en ser absurdo?

-¿Yo?

-Sí, usted.

-No –contesté-. Aunque en insistir creo que siempre hay algo loable.

-¿A qué se refiere?

-A que la insistencia es valiosa… sobre todo cuando se trata de insistir en ser…

-¿Insistir en ser?

-No me haga explicarle, por favor…

-Pero suena a metafísica, ¿no cree?

-No. No creo -contesté.

-Pero ¿qué cree usted que debiésemos hacer?

-¿Usted…? ¿Nosotros…? –pregunté.

Ella asintió.

-Pues usted debiese ser usted, simplemente…

-No comprendo –me dijo.

-¿No comprende cómo ser usted?

-No… me refiero a cómo pasar a ser querido por la mayoría… o aceptado… o quedarme yo mismo tranquilo, con quien soy… le dije.

-Pues déjeme decirle, señor Vian, que eso funciona simplemente con la transmisión que nosotros emitimos…

-¿Transmisión?

-Sí . Transmisión –confirmó.

Yo esperé un segundo para entender. Pero no pude.

-Disculpe –dije entonces-. ¿Podría explicarme en qué consiste esa transmisión?

Ella pareció pensárselo un poco. Pero tampoco contestó.

-¿No va a explicarme lo que planteó? –insistí.

-No –dijo ella- No se puede…

-¿No se puede?

-No -afirmó-. Aunque no es que se pueda o no se pueda, realmente… El punto es que todo es resultado, finalmente, de la suerte…

-¿Resultado de qué…? -pregunté.

-De la suerte –confirmó.

Yo me molesté un poco.

-Pues yo creo que la suerte no tiene nada que ver en todo esto –le dije, finalmente

-Está bien –contestó ella- siga entonces creyendo en el absurdo.

Luego nos despedimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales