sábado, 13 de octubre de 2012

Vian.

“Pika… Pika…”
Pikachu.


Uno no debiera poder decir más que su nombre.

Su verdadero nombre, eso sí.

Una única palabra que nos determine y que contenga, en la medida de lo posible, todo nuestro significado.

Igualito que los pokemon, ahora que lo pienso, solo que nuestro nombre sería irrepetible. Impronunciable para cualquier otro, me refiero, aunque comprensible para todos, finalmente.

Así, el acceso a nuestro significado estaría dado por nuestro propio lenguaje, y dependería exclusivamente de nosotros compartirlo o no, con las personas que nos rodean.

Y claro, no faltaría el exhibicionista que abuse diciendo su nombre a viva voz… pero lo que revelaría sería a fin de cuentas quién es él mismo… y toda mala actitud estaría dada también en su propio nombre, y se haría cargo así de su particular denuncia.

Por otro lado, aunque a raíz de este mismo motivo, quizá todos nos preocuparíamos más por sentirnos orgullosos de aquello que revelamos, pues decir nuestro nombre sería igual a abrir una puerta que deja ver –sin medias luces-, la totalidad de nosotros mismos.

¿Se entiende la propuesta…?

Porque sería extraño, eso lo admito… y quizá este blog tendría una única palabra repetida hasta el cansancio… pero lo importante de esto es la comprensión, supongo… y el ser transparente con los demás… y cuidar de nuestro propio significado.

Ahora bien, ¿se atrevería usted a decir su nombre si funcionase mi teoría?

Porque yo sí.

Con un poquito de timidez, pero lo haría:

Vian, diría despacito.

Vian.

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