jueves, 11 de octubre de 2012

¿La flor está hecha de tierra?



Martina piensa en la flor porque está tendida en el pasto y tiene algunas delante.

Además, lo hace porque todos dicen que son bellas, y ella, que quiere serlo, no sabe cómo lo logra la flor, sin esforzarse.

Así, con un poco de rabia, Martina busca cómo ofender esa belleza venida desde ningún sitio… venida porque sí, gratuitamente…

Y es que la flor no cabe en la semilla, piensa Martina, lógica.

De ahí que ella misma esté hecha de qué… ¿de tierra? ¿de luz?

¿De qué está hecha la flor?, piensa Martina. O más bien ¿de qué está hecha la belleza de la flor?, que es lo que le interesa.

Porque claro, cuando la belleza no es mérito o fruto de la misma experiencia, resulta normal preguntarse desde dónde, por qué, para qué… o cualquiera de esas cosas que apuntan hacia los vacíos de nuestra propia existencia, a fin de cuentas.

Y es que la belleza llega y se va de la flor de forma extraña, como si fuese un juego… o como si alguien nos hiciera un guiño a través de la belleza de la flor, para decirnos otra cosa.

Así –y ahora volvemos a lo que piensa Martina-, tampoco sabemos a dónde va la flor cuando muere… ¿Vuelve a la tierra…? ¿Sale la luz que en ella entró mientras crecía…?

Pues bien, en eso piensa Martina, tendida sobre el pasto, ordenando sus pensamientos:

La vida es injusta y extraña.

Nada pertenece a nada.

La flor está hecha de tierra, concluye.

Por último, mientras aprieta sus puños, Martina siente que, de sí misma, tampoco sabe con certeza de qué está hecha.

¿Es eso lo que sucede cuando nos acercamos a la verdad del mundo?, se dice.

2 comentarios:

  1. Da rabia, pero la auténtica belleza a lo mejor no sabe que es bella.

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  2. La flor es tan de tierra como nosotros somos de polvo de estrellas.

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