viernes, 27 de octubre de 2023

Un ojo de un color y otro de otro.


I.

Descubrí que tiene un ojo de un color y otro de otro.

No siempre los tiene así; eso también lo descubrí.

Los tiene así bajo sus lentes y a veces brillan, cuando habla.

Eso fue lo penúltimo, que descubrí.


II.

Es equívoco y extraño, pero sobre todo equívoco.

Es equívoco decir -decía-, que descubrimos algo fuera de nuestros bordes.

Me refiero a que el acto de descubrir suele relacionarse con algo externo, cuando en modo alguno es así.

No planteo, sin embargo, que lo que descubrimos esté dentro de uno.

Pero si digo que lo descubrimos cuando anida en nosotros, o pasa por ahí.

Y es que así -lo confieso-, fue como descubrí que tiene un ojo de un color y otro de otro.

Y es chistoso, porque justo cuando se lo iba a decir, ella me dijo lo mismo a mí.

Y claro: apenas me lo dijo, no supe qué agregar o qué decir.


III.

Poco más tarde, frente a un espejo, observo mis ojos que, de vez en cuando, tienen también distinto color.

No brillan mucho, como los de ella, aunque es más bien por temor, a dejarlos brillar.

Poco a poco, me digo entonces. Poco a poco.

Y es extraño, pero desde entonces no sé diferenciar, ciertamente, lo último de lo penúltimo, que descubrí.

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