sábado, 7 de octubre de 2023

Anclas.


Leo que en varios puertos del país han robado las anclas de los barcos.

En un inicio se pensó que cortaban las cadenas y las arrojaban al mar, como acción de sabotaje, pero ahora se sabe que se trata de robos.

Y es que han revisado grabaciones y descubrieron así a un grupo de personas -una poderosa banda delictual, han dicho en las noticias-, que se organiza para robarlas rápidamente y llevar las anclas en camiones hasta un lugar todavía no revelado.

Según señalan en el reportaje, sospechan que las venden simplemente, como material, pero es extraño el esfuerzo que realizan para robarlas si ese fuese el único móvil.

Teorías hay varias, por supuesto, tan absurdos como la existencia de un coleccionista de anclas o hasta de tener fragmentos de oro oculto en el metal, que buscaría recuperarse.

Con todo, lo realmente grave, señalan, es la cantidad de naves dañadas tras quedar a la deriva, arrastradas por la marea y chocándose unas con otras, como ocurrió con varias de ellas.

Muestran imágenes, entonces, de varias embarcaciones sin anclas, siendo rescatadas por barcos de marina y otras naves mercantes que parecen llevarlas hasta un sitio seguro.

Mientras las observo, pienso que no sé por qué, pero me gustan esas imágenes.

Sobre todo cuando imagino que los barcos remolcados volverán a arrancarse del lugar y tendrán que ir nuevamente por ellos, mar adentro.

No sé si ocurra, por supuesto, pero es lo que imagino.

Nunca pienso en las anclas.

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