martes, 10 de octubre de 2023

Un colibrí vuelto gallina.


Soy un colibrí vuelto gallina.

Mi delicadeza es tosca.

Incluso el corazón -lo confieso-, late más despacio que antaño.

Son cambios, simplemente, pero me avergüenzo de varios.

Cacareo más de la cuenta y porque sí.

Pongo huevos que suelen volverse piedras.

Si me acerco una flor -lo confieso-, termino por romperla a picotazos.

Por lo mismo, evito el contacto, ante todo.

Muerdo mi lengua y no me quejo.

Intento arreglar el lugar, aunque me cuesta.

Barro y recojo mis propias plumas, por ejemplo.

En definitiva, hago lo que puedo por olvidar que se trata de un gallinero.

Mientras eso intento, mi memoria me dice que también fui antaño otras aves.

Con voz de imágenes, me lo dice.

Pelícano, zorzal, un pequeño gorrión amarillo y hasta cuervo.

No recuerdo detalles, pero estoy consciente que perdí el vuelo.

Igualmente, de todo aquello, no tengo quejas.

Y es que mi delicadeza es tosca, como decía, pero es delicadeza.

Mis ojos aún se agitan y a veces eso basta.

Me arrojan maíz y lo recojo.

Cuando llueve, hasta el agua es alimento.

Tengo lo que necesito, digamos, para ser lo que ahora soy.

Un colibrí vuelto gallina.

Ganar y perder poco importa, pienso, mientras amanece.

Y apenas, amanece.

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