miércoles, 28 de junio de 2023

Cuervos en el maizal.


Ella dijo que había cuervos en el maizal.

-¿Qué maizal? -pregunté, a medio despertar.

Ella no contestó.

-¿Y qué cuervos? -agregué, mientras me volteaba para mirarla.

Ella seguía dormida.

Cerca del maizal, supongo, dormía.

Se veía tranquila.

Volví a voltearme e intentar dormir.

Como no lograba hacerlo me levanté.

Fui a la cocina.

Me preparé un té con leche.

No amanecía, pero ya casi.

Se escuchaban, afuera, algunos pájaros.

No cuervos, por supuesto, pero pájaros.

Todavía estaba oscuro, eso sí.

Debe existir una luz distinta que despierta a los pájaros, me dije.

Una luz antes del amanecer, me refiero.

Una luz previa… o una especie de anuncio de luz, que solo perciben los pájaros.

Me terminé el té con leche.

Fue entonces que el primero de los pájaros se estrelló contra una ventana.

No comprendí qué había sido, en un inicio, pero luego del segundo y del tercero no me quedaron dudas.

Son pájaros, me dije.

Tras acercarme a mirar y ver uno que se había caído, tras el golpe, confirmé que no eran cuervos.

Se trataba de pájaros que habitualmente rondaban por el lugar.

No sé por qué, pero eso me tranquilizó un poco.

Además, desde que confirmé aquello, no debe haber habido muchos golpes más.

Uno o dos, tal vez.

Todo había vuelto a estar en calma.

Ninguna ventana se trizó.

Los pájaros que se golpearon se recuperaron y siguieron volando.

Comenzó a amanecer.

Volví a la cama.

Ella murmuró algo cuando me acosté, pero no entendí bien qué.

Cerré los ojos.

Intenté no pensar en nada.

Dormí tranquilo hasta casi el mediodía.

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