lunes, 19 de junio de 2023

Siempre mandan el meñique.


Siempre mandan el meñique.

Ya sabes, para pedir rescate.

Casi siempre es el de un pie, como si fuese mejor partir por un extremo.

Estoy seguro que la gente llora cuando lo reciben.

Abren un sobre o una pequeña caja y gritan y se desesperan ante aquel meñique.

Sé que debe ser algo trágico, pero en lo personal, me da risa imaginar aquello.

La persona desesperada observando aquel meñique.

Me disculpo, por supuesto, si a alguien le ha pasado, pero eso es lo que siento.

Debiese haber pinturas contemporáneas inmortalizando aquel momento.

Obras que reflejen la expresión de aquel que lo recibe y donde sea posible apreciar el meñique como factor detonante.

Imagino qué dirían ante esos cuadros, siglos después.

Incluso ahora, por supuesto, pero mucho mejor si es siglos después.

Si fuera detective intentaría ayudar con aquello.

Fotografiar aquellos momentos digamos y hacer luego una exposición.

No de inmediato, por supuesto, y siempre con respeto.

Sé que miraría largo tiempo aquellas fotos.

Y sé también que encontraría más significado que el que resulta evidente.

Alguien mirando absorto aquel meñique y yo mirando aquella situación.

También puede ser un trozo de oreja en vez del meñique, por supuesto, pero prefiero lo clásico.

Mientras eso ocurre, sin embargo, me limito a observar mis propios meñiques.

Les aseguro que, al menos uno, todavía lo llevo puesto.

A veces imagino que el otro es algo así como este texto y que yo les pido rescate.

Pero absolutamente nadie -incluido usted-, toma mis palabras en serio.

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