martes, 20 de junio de 2023

El maletín.


I.
Lo único que tenía el maletín era una clave. Una clave que permitía abrir el mecanismo del mismo maletín. La clave estaba escrita en un papel y estaba compuesta por siete números. No podían repetirse esos números. Tampoco podían ser consecutivos y menos aún podían ser fechas, aunque no sé cómo hubiesen podido comprobarlo. Esa fue la información que me entregaron.

II.
Yo tomé ese maletín. Lo manipulé con cuidado. Por su peso podía pensarse que estaba vacío. En principio, me pareció que era de un material rígido y que estaba forrado en cuero sintético. El mecanismo de apertura se adivinaba complejo. No tenía ninguna señal de marca o signo que permitiera vincularlo con alguna institución o compañía de fabricación. Todo eso lo informé a tiempo

III.
Poco después supe que había errado casi en todo. No puedo entregar muchos datos, pero diré por ejemplo que si bien tenía un armazón metálico no estaba cubierto de cuero sintético. Es cuero de origen natural, me dijeron. También me informaron que tenía un pequeño signo, del que no me percaté. Tampoco estaba vacío (aunque casi).

IV.
Tras esto, a modo de broma, dije que si el cuero provenía de un animal se trataba sin duda de un animal sintético. Mis palabras no parecieron hacer gracia. Fue entonces que me informaron que lo único que tenía dentro el maletín era su clave. Una pequeña hoja en la que estaba escrita la clave. Esas siete cifras de las que ya les hablé. Puedo adivinar las cinco cifras centrales, en eso no hay problema, les dije. La inicial y la final pueden encontrarlas si ponen atención a mis palabras. Eso es lo que llevamos dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales