viernes, 9 de junio de 2023

Me pareció que sí y luego que no.


Me pareció que sí y luego que no. Y eso que la observé bien. Dentro de lo posible, la observé bien. Caminaba rápido. La seguí. No sabía si era o no era, por eso la seguí. Para aclarar si era ella, me refiero. De espaldas era aún más difícil estar seguro, pero no podía hacerlo de otra forma. No de momento, al menos. Eso era lo que tenía claro. Lo único que sabía “sin lugar a dudas”. Así que, sin pensarlo, fui tras ella. O sea, no sé si tras ella, porque no sé si era ella… pero al menos seguí detrás de esa “ella posible” para luego poder aclararlo.

Fue entonces que unos hombres en la calle nos detuvieron. A ella y a mí, nos detuvieron. A ella más suave, por supuesto, pero a mí de forma agresiva, sujetándome los brazos. No entendí la situación hasta que le pidieron a ella que dijera si me conocía. La hicieron voltearse, ella tuvo que verme. Ese hombre la ha estado siguiendo, le dijeron. Ella me observó. Detenidamente me observó. Yo aproveché de observarla también, pues todavía no estaba seguro si era ella. La mujer, en tanto, negó conocerme. Lo dudó un poco y dijo que le pareció que sí, pero luego lo descartó totalmente. Luego de eso la mujer se fue. Los hombres se quedaron junto a mí y me amenazaron. Dijeron que llamarían a carabineros. Uno llamó por celular, pero al parecer no lo tomaron en cuenta. Además, yo no había hecho nada, realmente.

Antes de soltarme, uno de ellos me dio un golpe en la boca del estómago. Dejé de respirar por un momento. Luego se fueron. Mientras me recuperaba, comprendí que la mujer sí era ella y a la vez no. Y comprendí además que algo similar ocurría conmigo. Y con todos.

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