miércoles, 10 de mayo de 2023

Una onomatopeya.


I.

Escuché una vez a un rabino decir que el nombre de Dios era ciertamente una onomatopeya.

No sé si lo escuché en el mundo real o dentro de una película de Woody Allen.

De igual forma, la frase quedó, mientras que el contexto fue desdibujándose poco a poco.

No sé si dijo cuál era la onomatopeya, pero debo suponer que no.

Y es que supongo que eso, al menos, lo recordaría.

Probablemente no habría dicho aquel nombre en voz alta, pero lo guardaría sin duda para alguna emergencia.

Para decirlo nada más, en esa emergencia, aunque honestamente no esperaría nada.

En otras palabras, para terminar de borrar todo aquello que, igual que el contexto de la frase inicial, ya se ha desdibujado.


II.

Otro dios desdibujado, me digo.

Parece una frase rebuscada, pero en realidad pienso en pinturas y hasta en algunos grabados en piedra.

Y es que todo, supongo, va desgastándose de a poco.

Podríamos culpar al viento, a la temperatura, al agua… pero bueno…

Supongo que saben mejor que yo qué es lo que ocurre.

Además, está el asunto ese de la carne, por supuesto.

Y por último, la onomatopeya esa de la que hablaba el rabino.

Si es que alguna vez habló.

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