martes, 23 de mayo de 2023

Quise tomar la iniciariva.


I.

Quise tomar la iniciativa, lo juro.

Lo que pasó es que no supe en qué.

La explicación es sencilla, aunque avergüenza:

Demoré tanto en decidirme que olvidé el asunto.

Así que ahora, tomo la iniciativa simplemente para confesar.

Y lo que confieso es que sabía en qué, pero lo olvidé.

Que le quité la vista al objetivo para centrarme en la iniciativa.

Y olvidé cosas, por supuesto, es el proceso.

¿Pueden culparme de lo ocurrido?

Y si es así, ¿cuál es la culpa exactamente?


II.

Casi suena como una desgracia.

Me refiero a eso de tomar la iniciativa y no saber para qué.

Casi suena de esa forma, es cierto, pero puedo asegurarles que no lo es.

Y es que, a fin de cuentas, uno digiere lo que traga queriéndolo o no queriendo.

Y si no lo digieres es solo porque era imposible hacerlo, desde un principio.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con la iniciativa?

O incluso, ¿qué tiene que ver con el objetivo hacia el cual dirigimos nuestra iniciativa?

Pues podría parecer que no… pero lo cierto es que todo ya está dicho.

No se esfuercen por parecer ingenuos.

En mi caso, al menos, la iniciativa está.

A destiempo, probablemente, pero está.

Todo lo demás, al menos estuvo.

¿Cuál es la culpa, exactamente?

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