domingo, 28 de mayo de 2023

Algo mejor que ofrecerme.


¿Tienen ustedes algo mejor que ofrecerme?

Con esa frase, finaliza una carta que a los 24 años Kurt Vonnegut envió a la General Motors.

Antes de eso (en la misma carta) había hecho una breve muestra de sus conocimientos académicos y descrito algunas razones relacionadas con sus motivaciones para el trabajo.

Había dicho, por ejemplo, al referirse a sus estudios de antropología:

“No estudié antropología antes de la guerra. Escogí esa disciplina como parte de reajuste personal tras vivir algunas experiencias desconcertantes como soldado de infantería y, más tarde, como prisionero de guerra en Desde, Alemania. El estudio de la ciencia del hombre me ha resultado extremadamente satisfactorio desde ese punto de vista personal (…)”

También, por supuesto, hay otra serie de observaciones que podría citar, pero en este caso solo me remito a esta.

Cómo sea… tras leer el texto completo, lo menos que puedo decir es que me resulta honesta aquella carta.

Por otro lado, además de ser lo menos, también es lo más que puedo decir -por ahora, al menos-, sobre aquella carta.

Y es que no me resulta fácil hablar de Vonnegut.

Iba a guardar mis razones, pero por respeto las mencionaré, al menos.

No me resulta fácil porque me emociona.

Porque me duele y maravilla.

Pero sobre todo porque me avergüenza un poco.

(Y hasta más de un poco, en ocasiones)

De hecho, no explicaré más sobre aquello, y dejaré esto hasta acá.

¿Tienen ustedes, acaso, algo mejor que ofrecerme?

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