martes, 7 de marzo de 2023

El pastor de lobos y el pastor de ovejas.


Dos pastores en una historia.

Un pastor de lobos y un pastor de ovejas.

¡Cuántas veces no conté yo mismo aquella historia…!

Hoy, sin embargo, lo confieso: por años solo mostré una parte de todo aquello.

Así, ocurrió que me enfoqué únicamente en el pastor de ovejas.

Y construí de esta forma una historia débil, parcial e inexacta.


Disculpen que lo diga así, tan ligeramente, pero lo cierto es que quiero ahorrarles el preámbulo.


Dicho esto, intentaré explicar el problema que existe al centro de todo esto.

Lo que ocurrió, es que intenté hablar de dos pastores, pero observando siempre solo a uno.

En mi defensa, al menos, diré que no lo hice conscientemente.

Y no miento al decir esto.

Probablemente, pienso ahora, ocurría que yo mismo era por ese entonces más oveja, que lobo.

Aunque luego cambié, por supuesto.

No me pregunten por qué.


Disculpen que no aborde de otra forma estos hechos, pero quisiera ahorrarles el desarrollo, y el detalle del proceso.


Ahora bien, cuando comencé a mirar al pastor de lobos, debo reconocer que nunca me abandonó el miedo.

Por otro lado, reconocí en mí, poco a poco, que ese también era mi pastor.

Incluso cuando nos dejaba a nuestro antojo, ese era nuestro pastor.

Aprendí así, que el corazón no te ladra en el pecho como un perro, sin que aúlla ahí silencioso, como un lobo.


Podría decirlo de otra forma, pero sería igualmente una conclusión apresurada.


Dos pastores en una historia, prefiero decir, en cambio.

Al inicio y al final.

Un pastor de lobos y un pastor de ovejas.

¡Cuántas veces no conté yo mismo aquella historia…!

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