lunes, 27 de marzo de 2023

Engaños y decepciones.


I.

Ella me cuenta que de pequeña su mamá la engañaba.

Un engaño pequeño, digamos, pero engaño al fin.

Le decía que, si se portaba bien el colegio durante cinco días, la dejaría faltar los siguientes dos.

Al parecer aquello funcionó bastante bien, pero solo hasta que ella se dio cuenta que no había clases los fines de semana.

Eso la decepcionó, por supuesto.

De hecho, esa fue, según cuenta, su primera decepción.


II.

A veces, por la noche, ella me habla de sus otras decepciones.

No sé por qué, pero parece ser su tema recurrente.

No parece triste cuando habla de ellas, pero su mirada cambia y de cierta forma se vuelve distante.

Mientras la escucho, pienso si en el futuro no seré yo parte de una nueva decepción.

No el protagonista, digamos, pero al menos parte de una de ellas.

No pareces atento, me dice entonces.

Si te molesta que hable de otras épocas puedes decirme.

Yo lo niego, por supuesto, pero no me detengo a explicar.


III.

Podría corregirla y decirle que no habla en realidad de otras épocas.

Podría intentar hacerlo, pero lo cierto es que estamos lo suficientemente lejos como para que podamos comprendernos, sin discutir.

Puedo observar, de hecho, cómo la decepción sigue viva cuando ella cuenta sobre ella.

Y puedo notar de qué forma la decepción está en sus ojos, y no necesariamente en lo que ella ve.

Tal vez esté equivocado, por supuesto, pero es lo que me parece.

Cuando acabe de narrar todas sus decepciones, me digo, probablemente no sabrá qué hacer por las noches.

Entonces, estará tan vacía que olvidará nuestros nombres.

Y no recordará, tampoco, qué nos trajo hasta acá.

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