viernes, 10 de marzo de 2023

Las piedras hablan bajito.


Las piedras hablan bajito.

Muy, pero muy bajito.

Además, entre ellas, solamente, hablan las piedras.

No sé bien de qué hablan, pero sé que no hablan de nosotros.

A nosotros, de hecho, prácticamente no nos ven.

No nos toman en cuenta, me refiero.

Y es que nosotros estamos de paso, a fin de cuentas.

Por eso, hablan ellas de otras cosas.

Las pequeñas, por cierto, son las que hablan.

Las más recientes, digamos.

Las menos eternas.

Las otras solo cantan.

Sus canciones son muy largas y no se diferencian mucho del silencio.

Para nosotros, ciertamente, casi es imposible escucharlas.

Así y todo, si estamos atentos, podemos percibir aquello que transmiten.

En la orilla de un lago, por ejemplo, ríen con alegría mientras el agua las baña.

Bajo tierra, la vibración de sus palabras ayuda a la germinación de las semillas.

Bajo la lluvia, expectantes, levantan sus voces como manos.

Sí…

Las piedras hablan bajito.

No sé de qué hablan, pero tampoco creo que hablen de sí mismas.

Y es que se percibe a simple vista, que dan cuenta de sí mismas, de otra forma.

Así son ellas.

De esa forma, permanecen.

Aún así, no son eternas.

Hablan, de hecho, justamente porque no lo son.

Y también por eso cantan.

Las piedras, hablan bajito.

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