domingo, 5 de marzo de 2023

Un día amanecí feliz de no haber nacido buitre.


Un día amanecí feliz de no haber nacido buitre.

Fue chistoso.

Debo haber soñado algo al respecto, pero lo cierto es que no recuerdo bien.

Sí recuerdo que estaba alegre por no ver alas de buitre al observar mis manos ni rostro de buitre al verme en el espejo.

En eso consistía esa pequeña felicidad.

No es que haya tenido algo en contra de los buitres.

De hecho, nunca había pensado detenidamente en ellos y no despreciaba en absoluto su naturaleza, ni sus características ni aquello que llaman, en general, “forma de vida”.

Simplemente había amanecido feliz de no haber nacido buitre.

Se trataba de una sensación, digamos, no de una conclusión lógica.

No comparé nuestras existencias, simplemente resultaba alegre no ser un buitre, nada más.

Era una alegría sencilla, digamos.

Profunda, tal vez, pero claramente pasajera.

Lo supe en ese instante así que simplemente la disfruté.

Me refiero a que había surgido desde un lugar desconocido -propio, pero desconocido-, y que no me interesaba descubrir.

Bastaba con la sensación, decidí entonces, sin detenerme en argumentos.

Ser feliz porque no nací buitre, y nada más.

Todo en una ración pequeña, al abrir los ojos, una mañana.

Sin importar que dicha sensación desaparezca, prontamente, al avanzar el día.

Por ello, tengo la esperanza de recuperar esa alegría, aunque sea una vez más.

Despertar feliz por no haber nacido hurón, avestruz, mantis religiosa o cucaracha.

Aunque en verdad, aquello que no somos poco importa en realidad.

La clave es acercarse a la alegría de ser uno mismo, por sobre algo que nos deja fuera.

Sí… sería bueno que ocurriera, me digo, mientras escribo estas palabras.

Un día amanecí feliz de no haber nacido buitre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales