miércoles, 22 de marzo de 2023

Un gran edificio.


Era sin duda un gran edificio.

Un gran edificio en medio de un gran conjunto de edificios.

Y ese gran conjunto de edificios estaba también en medio de otros edificios, que llenaban la gran ciudad.

M., justamente, había pasado varias veces por fuera de ese edificio hasta que se decidió a entrar.

Entonces, la atendió un vendedor que la llevó a la sala de ventas y luego le presentó un departamento piloto.

M. recorrió el lugar.

Primero junto al vendedor y luego se quedó unos minutos, a solas.

Observó detenidamente los espacios.

Sacó incluso un par de fotografías, con su teléfono móvil.

Mientras lo hacía, intentaba mentalmente buscar con qué compararlo.

No conseguía hacerlo, por cierto.

Estaba en esto cuando volvió el vendedor, quien llevó a M. hasta una sala.

No se detenga en los detalles, dijo entonces el vendedor.

Mejor observe todo desde fuera, a mayor escala.

No lo entiendo, dijo M.

Hablo del contexto, de la ubicación… del lugar en el universo que ocupa este edificio…, dijo entonces el vendedor.

M. lo escuchaba, en silencio.

Es un edificio en el corazón de la ciudad… explicó el vendedor. Y si se fija en la ubicación del departamento que ahora le ofrezco, podríamos decir que es también el corazón del edificio…

Ahora, mientras escuchaba al vendedor, M. se dijo a sí mismo que probablemente era cierto: estaba en el corazón del edificio, que era, a su vez, el corazón de la ciudad.

Aunque claro… también podía ser que eso no tuviesea nada de especial y que todo fuese siempre, secretamente, el corazón de algo más.

Algo que nos atrae, ciertamente, aunque en el fondo nada significa.

Y es que nos atrae lo que nada significa, se oyó M. decir de pronto, sin percatarse.

¿Decía usted?, preguntó entonces el vendedor.

Nada, no decía nada, dijo entonces M.

Y de cierta forma sintió que aquello, era profundamente cierto.

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