sábado, 18 de marzo de 2023

Confiar en un demonio.


Aprendí a confiar en un demonio.

Hace unos años, lo hice.

Aprendí a confiar en un demonio que -ahora comprendo-, no sabía mentir.

No analicé la situación; simplemente lo hice.

Confié, digamos, sin detenerme a analizar mi decisión.

No era extraño: así actuaba en ese entonces.

¿Qué es lo ocurría?

Pues en el fondo es sencillo de decir:

Yo ya estaba defraudado.

Cansado y defraudado no sé decir de cuantas cosas.

Tampoco hay tiempo, por cierto, para aquello.

Antaño, todo había sido distinto.

Y es que yo, me había rodeado exclusivamente de seres puros.

Bellos y nobles, supuestamente.

Transparentes y luminosos.

Pero nada de eso funcionó.

Los ángeles brillaban, es cierto, pero hablaban con eufemismos.

No sabría decir si mentían, pero me daba la impresión que ni siquiera ellos, tenían acceso a la verdad.

¿Qué pretendían, entonces?

Ahora que lo pienso, creo que intentaron hacerme amar la confusión.

Sí… eso es lo que intentaron.

Y de paso, me invitaron a agradecer la incomprensión pues ese era, según decían, el único vínculo natural entre las cosas.

¡Ángeles de mierda…!, dije entonces

¿Quién lo iba a decir, si no era yo?

Y claro, fue entonces que, ante la oportunidad, vino hasta mí un demonio.

Y yo aprendí a confiar en él, como decía en un inicio.

Me enseñó el espíritu del hombre.

Y me mostró, poco a poco, las sombras verdaderas.

Un demonio terrible, como ven, pero de comportamiento honesto.

Eso aprendí, con el tiempo.

Todo dolía, al aprender; pero dolía porque era cierto.

Así, en definitiva, aprendí a confiar en un demonio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales