viernes, 17 de marzo de 2023

Se adorna.


Se adorna.

Se pinta.

Se observa.

Se cuelga cosas.

Cosas brillantes, generalmente.

Cosas con detalles que apenas se aprecian.

Pasa la yema de sus dedos por su rostro.

A veces cierra los ojos, cuando hace esto.

Se echa cremas.

Se perfuma.

Se peina.

Se pinta los ojos con cuidado.

Los bordes, por supuesto.

Nunca más allá.

Se habla bajito, en ocasiones, mientras hace esto.

A sí misma se habla.

Se escucha.

Se ríe, un poco, de sí misma.

O de sus palabras, más bien.

Se limpia.

Se humedece el rostro.

Se pinta los labios.

Con dos colores distintos pinta sus labios.

Dos colores que son entonces un único color.

Sonríe.

Observa sus dientes.

Su lengua.

Alza un poco el rostro para observar su cuello.

Se viste.

Se desviste y se viste.

Siempre en ese orden.

Se acuerda de sí misma en otra época.

De su apariencia más bien.

No añora.

No sufre.

De cierta forma, se resigna.

Es sensata, después de todo.

Más que la mayoría, al menos.

Ni ella ni yo sabemos entonces si pasó ya otro día.

Otro mes.

Otro año.

Vuelve entonces a adornarse.

Se pinta.

Se observa.

Se cuelga cosas.

A sí misma se cuelga de sí misma.

Se observa.

No cesa, su intención.

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