sábado, 31 de octubre de 2020

Los escuchó atentamente.



Los escuchó atentamente.

Por horas los escuchó.

Analizó sus palabras, aunque casi todas le parecieron absurdas.

Tomó apuntes.

Fingió interés mientras lo hacía, pero sin esforzarse demasiado.

Después de todo, ellos no se fijaban, mayormente en sus reacciones.

Se escuchaban a sí mismos, más bien.

Cuando terminaron de hablar, él corroboró sus anotaciones.

Repasó las ideas principales.

Confirmó con ellos que no había tergiversado sus palabras.

Intentó alabarlos mientras leía sus apuntes.

Ellos escuchaban con atención, pues era otra forma de seguir escuchándose.

No era una mala síntesis, comentaron.

Pero claro… de todas formas intentaron corregir cosas.

No eran solo las ideas, después de todo, había que transmitir la fuerza.

Eso le decían cuando él les ofreció numerarlas.

No jerarquizarlas, necesariamente, pero presentarlas más bien como un reglamento.

A ellos les gustó la idea.

Hicieron entonces una lista de 30 indicaciones.

Luego bajaron a 20 y finalmente a 10.

Las leyeron varias veces, en voz alta, cuidando que la entonación fuese la correcta.

Si hubiesen podido las habrían escrito en piedra, pensada él.

Su apreciación era exacta, por cierto, aunque él no lo sabía.

Pasaron finalmente el documento en limpio y estamparon sus firmas debajo.

Todos menos, él, por supuesto, pues su firma no importaba.

Extrañamente, le pidieron su opinión, antes de bajar y llevar el documento ante los otros.

Él, sin embargo, prefirió no hablar y se limitó a seguir sus primeras instrucciones.

Guardó silencio, porque tenía razón.

1 comentario:

  1. "Se escuchaban a sí mismos, más bien. (...) Ellos escuchaban con atención, pues era otra forma de seguir escuchándose." Fidelidad!

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