viernes, 30 de octubre de 2020

¿Puedo pasar?



No contesté, pero pasó igual. Entró, digamos, de improviso. Miró alrededor y dio unos pasos, tomando las cosas que estaban en la superficie. Las observaba bien y volvía a dejarlas más o menos en su sitio, mientras hablaba de cualquier cosa y evitaba darme espacio para comentar algo o pedirle, sin más, que se fuera de aquí, cosa que sentía necesidad de decir, por supuesto, pero que intentaba evitar para no iniciar un conflicto. 

Fue entonces que, por descuido, dejó una figura en la orilla de la superficie y esta se cayó de pronto, quebrándose. Segundos después, como si nada, buscó con qué recogerla y mientras seguía hablando me indicó que la pagaría sin problemas. Parece que era cara, me dijo, pero tú solo dime y yo te pago, el punto es no enemistarnos por este tipo de cosas. No alcancé a contestar cuando abrió el refrigerador y sacó un par de cervezas. Me dijo que las sumara a la figura rota y me ofreció una. No acepté, por supuesto. Pero como acto reflejo, le di las gracias. 

Se fue como entró, de improviso. Luego de beber las dos cervezas y romper, de paso, una figura más. Mientras se iba escuché algunas palabras de mayor peso. Tiempo, muerte… cosas de ese estilo. Finalmente, dijo que le mandara un mensaje… que bastaba con que pusiera un número. La cifra de las figuras y las cervezas y si quería agregar algo más no había problema. No contesté. El cero no es un número, lanzó al final, mientras cerraba la puerta, tras de sí.

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