martes, 20 de octubre de 2020

Alguien duerme...



Alguien duerme en mi habitación mientras yo trabajo.

Mientras hago cosas que a nadie importan, alguien duerme en mi habitación.

Su sueño es profundo y no se inmuta ante los ruidos que realizo.

De vez en cuando voy hasta la cocina por un café y él no se mueve en lo más mínimo.

Si no lo oyera respirar, podría incluso pensar que ese alguien está muerto.

Pero lo oigo respirar.

Así, mientras él duerme avanzo en mis tareas.

Avanzo en mis deberes, más bien.

El ritmo que me impongo.

El absurdo, digamos.

El absurdo que me sostiene de la misma forma en que la tierra se sostiene sobre la nada.

De pequeño me preguntaba eso.

¿Por qué la Tierra no se cae?, me refiero.

Me decían que era por la atracción de otros cuerpos.

Por la atracción de otros cuerpos que también están sujetos a la nada, completaba.

¿Por qué no se vienen todos abajo?

¿No se caen porque no hay abajo?

¿Acaso eso no es más absurdo que hacer lo que siento mis deberes, mientras alguien duerme en mi habitación…?

Nadie responde, por supuesto.

Terminaré este último deber y dormiré cansado.

Y mientras duerma alguien estará despierto en mi habitación.

Su vida será breve, por supuesto, y no tendré acceso a ella.

Nadie podrá culparme de aquello.

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