miércoles, 28 de octubre de 2020

El sabio del pueblo.



El sabio del pueblo vivía en la parte más lejana del pueblo. Tenía una casa modesta y unos cuantos animales, al igual que la mayoría de los habitantes del lugar. La gente iba a pedirle consejo, cada cierto tiempo, y a veces aprovechaba de llevarle comida o ayudarlo en alguna labor, que le fuese más dificultosa. 

Como era muy mayor -la mayoría aseguraba que tenía cerca de 100 años-, ya apenas se movía, aunque siempre escuchaba atentamente y daba algún consejo que los demás agradecían e interpretaban, suponemos, de buena forma. 

La primera vez que no lo encontraron en su casa, dieron aviso incluso a la policía de la ciudad, que envío a dos hombres para ayudar a buscarlo. Lo encontraron, por suerte, sano y salvo, durmiendo bajo un níspero, lo que muchos interpretaron como una señal de reproche hacia los habitantes del pueblo. 

Luego de esa ocasión, se hizo más común encontrarlo en otros sitios, aparentemente extraviado: en la cueva que había en un cerro cercano, caminando por la carretera que daba a la ciudad, en el gallinero de un vecino y hasta arriba de un árbol de ciruelas, aunque nadie supo explicar cómo logró subirse ahí. 

Sin embargo, todos seguían llevándolo a la casa y le pedían igualmente consejo, aunque las respuestas del sabio eran cada vez más crípticas y difíciles de interpretar. 

Fue así, al menos, hasta que lo encontraron desnudo intentando poseer a una oveja, que parecía estar acostumbrada a ese trato pues lo dejaba acercarse sin alterarse en lo más mínimo. 

Luego de eso, en una reunión de los vecinos del pueblo, hablaron sobre el asunto y decidieron que el sabio del pueblo ya no era tan sabio, y que tal vez lo mejor sería avisar en el Hospital de la ciudad, para que se lo llevaran, pues podía terminar haciéndose daño o realizando un espectáculo poco adecuado para los niños. 

Quedaron de votar la semana siguiente, pero finalmente no fue necesario, ya que el sabio del pueblo cayó a un pozo, quebrándose el cuello, y muriendo, según decían, de manera instantánea. 

Vinieron entonces policías y hasta periodistas de la ciudad, quienes entrevistaron a los vecinos quienes contaron maravillas del sabio, declarando que al parecer bajaba siempre al pozo a meditar, sobre los males de la humanidad. 

Desde entonces, la casa del sabio está vacía, igual que su puesto en la comunidad, pues no ha aparecido otro al que llamen de esa forma. 

De vez en cuando pienso en la posibilidad… pero por lo general me distraigo, y luego pienso en otra cosa.

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