domingo, 11 de octubre de 2020

En Alaska lo buscan hace años.


En Alaska lo buscan hace años. No lo pueden encontrar, según ellos, porque se convierte en iglú. Es parte de una leyenda que lo emparenta incluso con seres más antiguos, que han cargado con el mismo destino. Según la leyenda, antiguamente le ocurría al hombre que abandonaba a su familia, sin haberlos proveído para sobrevivir hasta su regreso. Por lo general, la mujer era encontrada muerta, junto al cadáver de un bebé recién nacido o con poco tiempo de vida, lo que explica que no pudiese salir e intentar mejorar su situación. Entonces, la comunidad decretaba encontrar al hombre y castigarlo, pero las búsquedas realizadas siempre resultaban infructuosas: cuando creían haberlo encontrado solo encontraban un iglú, vacío, oculto en un lugar alejado de la comunidad, sin rastros de haber sido ocupado por alguien. Así, con el tiempo, surgió la leyenda que el hombre perseguido por esta causa puede convertirse en iglú. Frío para combatir el frío, pero esta vez sin nada dentro. En eso se convierte el hombre. A pesar que de esa forma evita ser capturado la situación es vista más como una maldición que como un poder o una habilidad. Ser un iglú, digamos, pasa a ser entonces el castigo. Un iglú vacío. Hace años buscan al último, por cierto, en una de las pocas comunidades tradicionales que quedan en el ártico. Leo un reportaje en el que se critica a escasa labor de la justicia norteamericana para intentar detener al hombre que ha causado, indirectamente, la muerte de su familia. Y claro, es entonces que el reportaje cuenta sobre la leyenda del hombre-iglú de la que yo hablaba más arriba. Luego de esto, poco más dice el reportaje y poco más agrego yo, pues no sé qué más se puede decir al respecto. Después de todo un iglú vacío es solo un iglú vacío. Y un hombre… bueno… ¿alguien sabe acaso lo que es un hombre?

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