domingo, 4 de octubre de 2020

Salió a pasear el perro y volvió sin el perro.


Salió a pasear el perro y volvió sin el perro. 

Borracho y sin el perro, para ser exacto. 

Luego le gritaron durante varios minutos. 

Incluso le arrojaron algo que escuché quebrarse. 

Él explicaba que el perro se le soltó y salió persiguiendo a otro perro. 

Antes de beber, repetía, se me escapó cuando estaba sobrio… 

Entre acusaciones, él parecía querer dejar en claro que el alcohol no era el problema. 

Yo arrendaba en ese entonces el departamento continuo. 

Solía escuchar sus discusiones y ya estaba acostumbrado. 

Ambos trabajaban, pero él bebía demasiado. 

Tanto que una vez ella le gritó que lo había engañado para hacerlo reaccionar. 

Él, en tanto, reconocía que era alcohólico, pero solía argumentar que aquello les servía más a los otros que a él mismo. 

Eso me lo dijo una vez que hablamos sobre el tema, luego de encontrarnos en una botillería que estaba a un par de calles de nuestro edificio.

Si algo no funciona dicen que es porque yo bebo, me explicaba. 

Si no vendemos en el trabajo, es porque yo bebo. 

Si el mundo va mal, es porque yo bebo. 

Al final resulta que mientras beba nadie es culpable de nada, así que en el fondo les estoy haciendo un bien, señalaba. 

Los dejo libres de culpa… me trago los pecados de todos, cuando tomo. 

Yo lo escuchaba mientras nos acercábamos al departamento. 

Vivíamos en el segundo piso de un edificio de cuatro, sin ascensor. 

El llevaba una botella de ron y una coca cola. 

Yo unas cuantas latas de cerveza. 

Nos despedimos y ambos entramos al mismo tiempo en nuestros hogares. 

Las puertas, al cerrarse, sonaron como una sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales