jueves, 25 de septiembre de 2014

Como si te fueras a morir mañana.



Vi ensayar una obra a Juan Radrigán –construirla, realmente-, hace como doce años. No sé si ya lo he contado acá, pero hoy lo recordaba.

Y es que hoy buscaba entrevistas, algunos fragmentos de sus obras… Y bueno, me pasó lo mismo que aquella vez: sentí vergüenza.

De la vergüenza de hace doce años no duele hablar, porque está lejos. Él había elogiado algo que yo había escrito y debíamos ensayar para llevarlo a escena, brevemente. Pero ocurrió que entonces lo vi ensayar.

Lo vi ensayar y me hicieron sentido todas sus frases sobre la labor del escribir y el esfuerzo que debía orientar aquello… Como si te fueras a morir mañana, decía siempre… y yo entendía a medias.

También por ese tiempo yo me había prometido no escribir más… no en serio, al menos, pero luego de algunas conversaciones y un poco por ego, me decidí a escribir una obra breve, de un tirón, en una tarde… y mostrársela.

Él la leyó y la elogió. Y claro, entonces fue cuando llegué hasta el lugar donde ensayaba, y lo vi trabajar. Y me fui sin dar explicaciones desde aquel lugar, con mis papeles.

Recuerdo que él salió y me habló pues pensó que su obra me había ofendido. No sé si supe explicarle, pero lo que me ofendió fue mi propia actitud. Mi tibieza. Mi falta de convicciones.

Hoy, viendo sus entrevistas; observando cómo sigue trabajando, no puedo sino volver a sentir esa vergüenza. Con matices y pequeñas mejoras, es cierto, en algunos ámbitos… pero con vergüenza al fin y al cabo.

Reflexiono sobre esas vergüenzas, por cierto, y las intento superar, día a día.

A veces me miento diciendo que faltan fuerzas.

1 comentario:

  1. Un buen incentivo nos alienta a seguir, no nos coarta. Espero que encuentres las fuerzas.
    =)

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