domingo, 14 de septiembre de 2014

Leer de cerca / Leer de lejos.

“No me deje solo entre personas
llenas de certezas… es terrible”
E. V. M.


Recuerdo que en la U, cuando estudiaba, había una chica con serios problemas a la vista y que leía con los libros prácticamente pegados al rostro.

Casi siempre estaba en biblioteca o leyendo en el casino y lo cierto es que sus gustos de lectura no eran malos, según mi criterio.

Así, recuerdo haberme fijado que leía a Tolstoi, Proust, Faulkner… casi todos en ediciones muy antiguas.

A raíz de eso, justamente, trató una de las pocas conversaciones que tuvimos, donde me dijo que quizá la única ventaja de su problema a la vista, era poder sentir el aroma, de los libros, mientras leía.

-Por eso pido siempre libros viejos –me explicó esa vez, mientras hablábamos.

Y claro… recuerdo que a raíz de esa conversación hice el intento de leer intentando sentir el aroma de las hojas… y fue una buena práctica.

Para terminar la historia, por cierto, me gustaría señalar que con los años operaron a esa chica, pero lamentablemente, si bien mejoró del problema que tenía, quedó entonces con un problema distinto: debía leer de lejos.

Así, me tocó verla con los brazos extendidos leyendo algunos libros más nuevos.

Con todo, debo admitir que esa vez no hablé con ella.

Y es que tal vez me ocurrió con ella como con los libros, pienso ahora.

O tal vez ocurre que cambiamos, simplemente.

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