miércoles, 17 de septiembre de 2014

Todo podría ser de otra manera.



-¿Has pensado en eso?

-¿En qué?

-En eso, lo que hablábamos… en que todo podría ser de otra manera.

-¿Qué todo?

-Todo po, hueón… lo que haces, los amigos… todo.

-¿Te refieres a todo ese rollo de que ciertas cadenas de azar llegan hasta nuestros actos y decisiones y se determina así la gente que conocemos y las decisiones que tomamos y esas cosas?

-Sí… o sea, más o menos eso.

-Pues no. No le veo sentido a pensarlo.

-Puede ser… pero sabes, yo siempre lo he pensado.

-¿Y…? ¿Sirve de algo pensarlo?

-No. No sirve. Ese no es el punto.

-¿Y entonces cuál es?

-El contrario. Justo el contrario.

-¿Cómo?

-El contrario de pensarlo po, hueón.

-¿No pensarlo?

-No. Me refería a sentirlo...

-¿Cómo “sentirlo”?

-Me refiero a si has sentido alguna vez que todo podría ser de otra manera.

-Pues no… creo que no.

-Te lo pregunto porque es raro… o sea, yo nunca lo había sentido, solo pensado…

-¿Y…? ¿Cuál es la diferencia?

-No sé bien, pero principalmente el resultado era distinto…

-…

-Era como amar todo un poquito más… o valorarlo más si quieres… ver que de cierta forma has escogido todo…

-¿Dices que eso produce?

-Claro… no querer que sea de otra manera, aunque sea terrible… agradecerlo incluso.

-…

-Demórate un poquito y siéntelo y mira después en torno…

-¿En torno a qué, hueón?

-En torno a nada, hueón… olvídalo. Hazlo de esa manera.

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