lunes, 13 de agosto de 2012

Una historia sencilla.



Había una mujer que de vez en cuando se quedaba a dormir en mi departamento. Luego desayunábamos juntos y ella se iba al trabajo.

Yo alcanzaba entonces a leer algo, ordenaba un tanto la pieza e iba también a trabajar, con un poco más de tiempo porque el colegio donde hacía clases me quedaba bastante cerca.

Esto ocurrió durante más o menos un año, según recuerdo, hasta que un día la mujer dejó de venir y yo comencé nuevamente a dormir y desayunar solo.

Suena frío decirlo así, pero lo cierto es que así suenan las cosas, cuando se quiere hablar honestamente.

Además, pienso ahora, no podría referirme con certeza sobre los sentimientos y razones que la llevaron a ella a ser parte de esta rutina durante aquel periodo de tiempo.

Por otro lado, mis propios sentimientos durante ese periodo, me parecen hoy formar parte de una región inaccesible.

Aún así, recuerdo con ternura las numerosas veces en que la vi tomar algunos libros de la biblioteca –más pequeña en ese entonces-, y hojearlos brevemente, y con mucho cuidado.

Pero claro, ella se fue y lo cierto es que nunca volví a saber nada sobre ella, y comprendí que lo mejor era recordarla sin hacerme ningún cuestionamiento específico.

Por lo mismo, otra cosa que comprendí en ese entonces, es que la gente puede desaparecer en cualquier momento, y que uno mismo puede ser tratado con afecto y ser hojeado brevemente -de la misma forma como hacía ella con los libros de mi biblioteca-, y que eso no significa necesariamente, no haber sido alguien importante, para el otro.

Por esto, aunque me haya dolido su desaparición en aquel momento, siento que no tengo derecho hoy día a guardar rencor.

Así, creo que el único derecho que me queda es recordarla con afecto, y señalar aquella experiencia de la forma más honesta y sencilla posible:

Había una mujer que de vez en cuando se quedaba a dormir en mi departamento. Luego desayunábamos juntos y ella se iba al trabajo.

Tal vez –pienso ahora-, eso era el amor.

1 comentario:

  1. Si despojamos a la vida de los sentimientos, al describirla al menos, lo único que nos quedará será la rutina en forma sencilla. Es cierto, quizás como estrategia de sobrevivencia luego de la separación resulte válido y útil.
    Coincidimos en la importancia que llegan a tener ciertas personas en nuestra vida, aunque sea breve su paso por nuestro camino.

    Un abrazo

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