-Podrías haber esperado para apagar la luz –dijo ella-
estaba justo en medio de una frase.
-¿En medio de una frase? –preguntó él.
-Sí, en medio de una frase… del libro que estaba
leyendo… ¿puedes decirme qué es lo que tanto te molesta?
-Me molesta que ya es hora de dormir, y que te dé
lo mismo si la luz me incomoda o no, cuando te pones a leer en la cama…
-¿Y no podías al menos decirlo o esperar a que
terminara la frase…?
-Vamos… ya lo hemos hablado un montón de veces y
esta es la solución que me dejas… ahora mismo consideré prudente esperar media
hora, pero a ti no te importa…
-Estás exagerando… es solo la luz de una lámpara… a
ti lo que te molesta es otra cosa.
-No es así, siempre has sabido que esa lámpara
tiene una luz demasiado intensa, ya lo habíamos hablado…
-De acuerdo. No voy a discutir ahora… pero al menos
voy a prender la lámpara un par de segundos y voy a llegar hasta un punto
aparte…
-No lo vas a hacer.
-¿Qué?
-Que no lo vas a hacer.
-Estás loco –dijo ella, alzando un poco la voz-.
Son solo unos segundos.
-No quiero que lo hagas… si esa luz se prende
créeme que voy a romper esa lámpara y de paso ese libro…
-Pues es un libro de la biblioteca y hay que devolverlo…
-¡Me importa una mierda que sea de la biblioteca…! –interrumpió
él-. ¿No te das cuenta que vamos a terminar peleando por algo absurdo?
-Yo no estoy peleando.
-No, pero estás insistiendo en algo estúpido… ¿qué
importancia puede tener terminar o no una frase…?
-Caro que tiene importancia…
-No. No la tiene. Igual como tampoco tiene sentido
terminar o no esta discusión.
-Con un libro es distinto –dijo ella luego de una
pausa-. Es como si alguien te estuviese hablando y tienes al menos que dejar
que haga una pausa para decirle que continúas mañana.
-¿De verdad crees que el libro ese te habla a ti…?
-Pues en cierta forma sí.
-El libro lo escribe un hueón que lo vende y tú lo
compras… el autor no está hablando contigo ni preocupado por despedirse antes de
dormir…
-Pero al menos lo escribió pensando en una especie
de conversación…
-Pero no contigo… el autor no te conoce y
simplemente vende el libro… tú le importas una mierda.
-No seas agresivo… además yo sé que no es así… lo
que pasa es que tú no crees nunca en nadie… Tendrían que regalarte el libro
quizá, para creyeras un poco…
-¿Te refieres a que el libro fuera gratis?
-Claro. Si el autor escribiera y no cobrase, quizá
creerías…
-Pues tendría que ser más que eso, para ser sincero…
Tendría que escribir gratis y no por ocio, para empezar… no en sus tiempos
libres, me refiero… Tendría que trabajar todas las horas que yo trabajo y
dedicarse a escribir luego de eso, todas las noches… cientos o miles de noches
seguidas, sin interrupción… hablándole a los otros… sin esperar nada… recién
entonces podría creer que vale la pena que te despidas… y que te estima en algo…
-Eres un exagerado… y además te alejas del tema… yo
simplemente te pido respeto por mis gustos, y que no me dejes así, en medio de
una frase…
-¿Y cómo sabes que estás en medio de una frase?
-¿Qué…?
-¿Cómo puedes estar segura de estar en medio de una
frase? –dijo él, sentándose en la cama-. Tal vez ese es justamente el final…
hay gente que se muere en medio de una frase…
-Estás hablando estupideces… y ahora la que no
quiero conversar soy yo… así que mejor te duermes, si es lo que querías…
-No es una estupidez… ¿acaso es mentira que hay
gente que se muere en medio de una frase? –agregó él, orgulloso de sus
palabras-. Si hasta el mundo entero puede acabarse en medio de una frase…
-Bueno… si quieres tener razón te la doy…
-No se trata de eso… ¿acaso no te interesa hablar
en serio conmigo y sí con esos libros…?
-Mejor cállate –dijo ella-. Voy a dormir.
-¿Y vas a dejarme en medio de una frase…?
-Tú mismo lo dijiste -señaló ella, finalmente-.
Todo puede acabarse en medio de una frase.
Él dijo entonces unas cuantas cosas más, hasta que
se aburrió y volvió a acostarse.
Por último, minutos después, ellos se durmieron.
Apaga y vámonos.
ResponderEliminarSeguro que él no lee...
ResponderEliminar=)