-Porque a fin de cuentas es la misma necesidad de
creer la que nos vuelve escépticos –le dije-. Me refiero a que no se deriva de
una renuncia, o falta de voluntad… de hecho, es más bien lo contrario… es
decir, la constante búsqueda de ese algo en que creer nos termina desgastando…
-Pero usted es profesor, usted debe ser testigo de
ese desgano, de esa falta de fuerza, de ese seguir sin convicción… no puede
decirme que ellos no son en parte culpables de ese escepticismo…
-¿Pero acaso cree usted que se puede tener fe en la
gramática, en las invasiones bárbaras, en la función del ribosoma, o en el área
de una circunferencia…?
-¿A qué se refiere?
-A que estamos acostumbrados a presentarles todo
como si fuese algo de importancia… y buscamos que tengan fe en cada una de esas
cosas…
-¿Acaso eso no es lo correcto?
-Claro que no… y usted lo sabe… esas son cosas que
se alejan del sentido profundo que pueden tomar sus vidas…
-¿Y eso los exculpa de que no crean en nada…?
-Usted entiende mal… ellos han sido rodeados de
promesas… ¡el juego que cambiará tu vida! ¡El sabor de tu felicidad! ¡La
carrera que forjará tu destino!
-¿Y qué hay con eso?
-Sucede que les han mentido demasiado… y que ellos
intentaron creer en cada una de esas cosas… desde Santa Claus hasta la
profesión que les abrirá las puertas del futuro… y eso terminó por desgastarlos…
-¿Y cómo es posible que sigan si supuestamente
aquello no tiene sentido alguno para ellos…?
-Ese es precisamente el punto que le señalaba:
siguen porque tienen la necesidad de creer, y siguen buscando hasta que se
vuelven escépticos…
-¿Y luego?
-Luego siguen a medias, es cierto… pero ante todo
lo hacen para no defraudar… porque justamente buscan convertirse en personas en
las cuales puedan creer otros… Puede que no lo hagan conscientemente… pero ese
es el camino que toman… y claro, puede que en un momento se encuentren con algo
que sí les haga sentido y entonces recién será el momento para descubrir si ese
escepticismo terminó por vencerlos o si son capaces de reconocer ese algo…
-¿Y si lo reconocen, pero no lo siguen?
-Si no lo hacen es triste, simplemente…
profundamente triste.
-Habla usted como si ellos no tuviesen culpa de
nada…
-No sé… no creo que se trate de una cuestión de
culpas… pero ante todo creo que es algo involuntario, una especie de acto
reflejo que de cierta forma tenemos todos, y que busca protegernos de aquellos
que quieren hacernos creer algo…
-¿Como poner las manos cuando nos caemos?
-Claro… cuando ya has intentado creer demasiadas
veces no hay caso… escuchas el mensaje, pero lo cierto es que hay algo que te
hace desconfiar, por más que quieras lo contrario…
-¿Entonces nadie cree nada, finalmente?
-No he dicho eso… por ejemplo, puede que crean
aquellos que justamente no tienen la necesidad de hacerlo… y que lo ven como
algo sin importancia…
-¿Y tú eres uno de esos?
-No. Yo soy de los que creen que el escepticismo es
en realidad la prueba de que necesitamos creer… y que hasta nos engrandece, en
cierto sentido…
-Hablas como si fuese más valioso vivir sin creer
en nada.
-Tú lo has dicho –concluí-. Lo has dicho mal,
porque hay algo que no entiendes, pero lo has dicho.
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