martes, 28 de agosto de 2012

Esta botella está vacía.


-Señor –dijo la mujer-, quisiera reclamarle pues acabo de enviar a mi hijo a comprar a este lugar y él ha llegado a casa con una botella vacía.

-¿Con una botella vacía?

-Así es. Lo he enviado a comprar precisamente a este negocio y él ha llegado a casa con una botella vacía.

-Pues sinceramente no lo entiendo –dijo el vendedor-, yo no recuerdo haber vendido nada en estos últimos minutos, ni mucho menos una botella vacía.

-Es que no fue hace pocos minutos –dijo la mujer-, ya de esto hace bastante tiempo…

-¿A qué se refiere usted con bastante tiempo?

-Creo que no necesito explicar eso, señor… de hecho, el que me debe una explicación es usted.

-¿Yo?

-Claro… ¿no encuentra que es prácticamente una afrenta enviar con mi hijo una botella vacía?

-¡Pero si conmigo lo hacen todo el tiempo…!

-¡Pero usted es un vendedor!- Exclamó airada la mujer-. ¡Usted está acá para llenar lo vacío! ¿Qué sentido tendría enviarle a usted enviarle botellas llenas?

-Pues quizá para mí, al menos, tendría sentido…

-¡Mentiras…! Usted lo que quiere hacer es simplemente ofenderme, como si quisiera decirme que no merezco nada lleno… o que mi misma casa está vacía…

-Enreda usted las cosas, señora… yo no tendría esa intención…

-¡Claro que la tendría… y la tuvo…! ¡No venga a tratarme a mí también como a esa botella…!

-Pero…

-Lo que pasa es que usted da por hecho que es aquí el más importante… todo porque tiene el monopolio de las botellas llenas…

-Señora –interrumpió entonces el vendedor-, creo que no tiene sentido alargar esta conversación, así que tendré que pedirle que abandone este local si no presenta pruebas de su acusación…

-¿Y cree usted que he venido sin pruebas…?

-Pues yo no veo ninguna.

-Ya la verá… -la mujer salió hasta la puerta del local y comenzó a gritar- ¡Hijo…! ¡Hijo…! Ven acá y trae la botella.

Entonces entró al negocio un niño, que efectivamente traía una botella.

-¡Lo ve…! ¡Lo ve…! –exclamó la señora-. Esta botella está vacía.

-¿Cuál botella señora? –preguntó el vendedor.

-¡Esta…! –exclamó la mujer- ¿Acaso no la ve?

-Ese es el niño, señora…

-¿El niño?

-Claro… fíjese bien usted… dígale que hable…

La mujer miraba incrédula, ajustándose los lentes.

-Hola mamá –dijo entonces el niño.

-Lo ve –dijo satisfecho el vendedor-. Asunto resuelto. La botella está llena y su hijo está vacío.

-Pero… -intentó decir la mamá.

-Nada, no se preocupe… -agregó el vendedor con un tono más condescendiente-, piense que la botella está llena y no se haga más problemas…

-Tiene razón, -dijo la mujer-. Creo que me dejé llevar esta vez… lo lamento…

-No se excuse -dijo por último el vendedor-, a todo nos pasa… errar es humano…

Y claro, fue así que yo, que también estaba en el local, pensé que errar es prácticamente lo único humano, que nos va quedando.

-¿Qué va a querer usted? –me dijo entonces el vendedor, percatándose de mi presencia.

-Nada por el momento-, le respondí.

1 comentario:

  1. Acabo de releer esta entrada que escribí ayer, semi dormido, y no me había percatado que estaba tan mal escrita (es cierto que hay varias, pero aprovecho al menos de disculparme de esta y de varias que en estos días me han dejado al menos "poco conforme").
    Por lo anterior, si usted deseaba dejar un comentario, cosa que dudo, le pido por favor castigarme con su indiferencia.
    Con eso estaré pagado.

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