Cuando terminó su sexto mes de embarazo ella
comenzó a hacer figuras con plastilina. Poco importaba la forma o el modelo,
simplemente se ponía a modelar formas que nunca superaron los 5 centímetros. Yo
le compré una de un cocodrilo que me gustó porque tenía cara de intelectual, o
lo imaginé al menos. Lo extraño era, sin embargo, que junto al cocodrilo había
también otra serie de figuras que no lograba saber qué representaban.
-Esa es un embrión de jirafa –me dijo, mientras
miraba una.
Y claro, yo pensé que bromeaba, hasta que su
seriedad fue convenciéndome lentamente.
-También tengo otras –agregó-. Ese de allá es un
cálculo renal… y esa otra es un tumor benigno…
-Ah… -decía yo, preguntándome aún si hablaban en
serio.
Fue entonces que, tras la aclaración de algunas
otras, yo pensé haber descubierto una extraña relación entre la mayoría de sus figuras
y un hecho en específico.
-¿Te has dado cuenta…? –le pregunté-. Casi todas
tus figuras parecen representar el interior de algunos seres…
Ella me miró desconfiada.
-Es decir –expliqué-, dejando de lado a los
animales o seres vivos, todo lo que estás vendiendo puede encontrarse al
interior de uno de ellos.
-Mmm… -dijo ella, únicamente.
Rato después, sin embargo, agregó:
-También hago objetos, pero no los vendo.
Así, comenzó a contarme entonces sobre una serie de
formas que tenía en casa.
-He hecho al menos treinta piedras –señaló-,
botellas vacías, cajas… no sé… son extrañas esas formas…
-¿Las haces de distinta forma?
-No –contestó-, el secreto para hacerlas es el
mismo… un solo misterio el de las personas y el de los objetos…
-¿Y por qué no vendes esos? -le pregunté.
-No sé… yo creo que los siento muy íntimos y de
alguna manera trato de no exponerme…
-¿Íntimos?
-Sí –contestó-, interiores… puede parecer absurdo,
pero sinceramente me ocurre así…
-¿Pero unas figuras de piedras, o hasta de cajas…? ¿Qué
tiene eso de íntimo?
-No lo comprenderías –dijo ella-, pero son íntimas,
de eso no hay duda…
-¿Y las relacionas con tu bebé? –pregunté entonces,
intentando comprender los hechos.
-Mi bebé soy yo, todavía –me respondió, algo
molesta-, creo que no comprendes la situación…
Así, por último, quién sabe si por congraciarme,
terminé comprando el embrión de jirafa, y halagando todas sus creaciones.
-No sé –me dijo finalmente, tras escucharme-. Creo que
la confusión sobre lo que es realmente interior, nos termina afectando a todos,
aunque sin duda, carece de lógica…
Yo asentí, sin entender.
-Acuérdate –concluyó-: un solo misterio el de las
personas y el de los objetos.
Luego se marchó.
El bebé, hasta que no lo expulse, es ella misma, lo lleva dentro como un objeto absolutamente vivo.
ResponderEliminarLa percepción del interior tambien abarca al exterior para ser una visión, más o menos, real.
Besito saladito.
Me quedo imaginándome la cara de ese cocodrilo intelectual!
ResponderEliminarUn abrazo