miércoles, 8 de agosto de 2012

En los mares metafísicos los tiburones no tienen aleta.




En los mares metafísicos los tiburones no tienen aleta.
Es decir, no los vemos venir.
No imaginamos su presencia hasta que de pronto la mordida.
Y a veces ni eso.

Porque claro, a veces los tiburones de los mares metafísicos
tampoco tienen la dentadura bien desarrollada
y matan de una forma tan sutil
que los hombres atacados no saben –hasta el final-,
que están muriendo lentamente
debido a esos ataques.

Y es que la gente suele sentirse segura
en los mares metafísicos.

De hecho, a veces ignoran, incluso,
que se encuentran en uno de ellos
y desconocen también, por tanto,
la oscura profundidad
que existe bajo ellos.

Y claro, es comprensible:
todo es igual en la superficie
y nadie está obligado, por cierto,
a cuestionar nada.

Así,
de la misma forma como el tiburón
no nos anuncia su presencia,
sucede que muchas otras cosas
siguen también sin anunciarse
existiendo de una forma silenciosa
hasta que de pronto sus cadáveres
flotan junto a nosotros,
sin que sepamos ciertamente
desde dónde aparecieron.

Con todo,
si bien metafísicos y sin aleta,
los tiburones pueden presentarse a veces
de otra forma,
proyectados por ejemplo
hasta en el objeto más nimio
o en el ser menos sospechoso
con el que nos encontramos
habitualmente.

Más allá de lo anterior,
sin embargo,
mi intención aquí no es prevenirlos
contra estos tiburones
-pues estos llegarán, sin duda,
al fin y al cabo-,
sino decirles que no pierdan tiempo
vigilando el horizonte
en busca de la aleta…

Y es que no habrá señales,
ni indicios
ni tampoco es posible calcular
el tiempo exacto.

Por esto,
concluyo,
no tiene sentido
quedarse en la superficie.

(Nada trascendente
anuncia su llegada).

1 comentario:

  1. Pues les veo la aleta dorsal a muchos tiburones de tapadillo, y dueleeeen mucho sus dentelladas aunque sea con dientes virtuales.

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