sábado, 4 de agosto de 2012

Cómo hacer que tu vida suene más interesante.


“Ser escrupuloso.
Rechazar todo lo real
que no se transforme en verdadero”.
R. B.


I.

Me levanto temprano y voy a comprar huevos para el desayuno.

En el almacén me encuentro con un vecino.

-¿Cómo estás? –le digo-. ¿Qué has hecho?

-¡He estado bien…! –me grita, a pesar de que estamos a un metro-. ¡Ayer vi una película, fui a un cumpleaños y cociné tallarines…!

-Ya… -digo yo.

-¡Después me acosté y no me acuerdo qué soñé! –concluye, siempre a gritos.

Entonces, yo lo miro bien para estimar si se encuentra o no borracho. Luego me animo a preguntarle:

-Disculpa, pero… ¿por qué me lo cuentas a gritos?

-Es una nueva técnica que me recomendó la psicóloga –me confiesa, aunque esta vez en voz baja-. Hace que tu vida suene más interesante.


II.

Lo que me dijo mi vecino me quedó dando vueltas.

De hecho, mientras revolvía los huevos, comprendí que además de la sal y la pimienta, esta vez debería agregar algo especial, si no quería encontrarlos también poco interesantes.

Así, decidí cambiar el tipo de pimienta, agregar eneldo y otras hierbas, para variar un poco.

Luego, desayuné acompañado de un café cargado y encendí la televisión.

Vi media hora de Bob Esponja.


III.

Bob no es tan hueón como parece.

Es decir, es un ser superficial y algo absurdo, pero al vivir en la profundidad supongo que eso se compensa.

Por otro lado, parece utilizar la técnica del grito… esa que usaba mi vecino, tras recomendación de su psicóloga.

Así, ente gritos, exageraciones y toda una serie de extraños comportamientos, Bob parece vivir liviano… sin bibliotecas que ordenar, y sin darse cuenta, por cierto, de la profundidad en que se desarrolla su existencia.

Y es que justamente por ser una esponja, parece ser mejor expulsar todo aquello que nos otorga un peso ajeno a lo que somos… por más que nuestro cuerpo parezca llamado –desde el diseño, incluso-, a almacenarlo.

Sabio Bob, después de todo.


IV.

Yo no soy sabio.

Me ahogo incluso fuera del mar y no vivo precisamente en una piña.

Me cuesta tomar decisiones.

Me cuesta ser más que mis palabras.

(Y mis palabras no son mucho).

Por otro lado, le tengo miedo al equilibrio y al paso del tiempo, aunque de cierta forma juego con ambos y evado decisiones porque retomar la vida –pienso-, es saber también en qué condiciones te encuentras… y esto no siempre resulta auspicioso.

Mañana –por cierto-, quizá también vaya por huevos y les agregue, esta vez, un poco de ají verde, cortado en trocitos.

Ahora, en tanto, voy a escuchar a Janacek y a mirar la noche, por la ventana…


¡¡Escuchar a Janacek y mirar la noche, por la ventana…!!

Suena mejor.


1 comentario:

  1. je!...una técnica que al menos habrá que intentarla!
    (habrás notado que en mis comentarios suelo poner bastantes signos exclamativos y puntos suspensivos!...eso no es gritar -lo que sería usar MAYÚSCULAS...lo mío simplemente es señalar con énfasis...)

    Un abrazo.

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