Puede.
Estoy seguro que puede.
De hecho, la pregunta pertinente no debiese ser si
puede o no balancearse, sino qué pretende el elefante con aquello.
Porque claro, podemos pensar que es por diversión y
aceptarlo fácilmente… pero el punto es que luego el elefante llama a otro de su
especie… y luego a otro… y ahí es donde comienzo a cuestionarme.
Es decir, no quiero caer en la facilidad de hablar
de compañía… porque para eso el elefante puede reunirse en cualquier sitio…
Así, mi postura se inclina más bien por una
voluntad de romper la tela de araña –por parte del animal-, lo que queda
expresado claramente cuando buscamos indicios en la canción:
“…como veían que resistía… fueron a
llamar a otro elefante…”
Ahora bien, más allá de proponer una causa a esa
llamada y aceptar la voluntad de querer romper la tela por parte de los
paquidermos, se hace necesario recalcar que dicha acción no se trata solo de romper
una cosa cualquiera, sino de romper la
tela que los sostiene… es decir, sus propios soportes.
Y es que si no, ¿hasta cuándo pensaban llamar más
elefantes…? ¿No estaban forzando, acaso, aquella tela, hasta propiciar sus
propias caídas…?
Así, no queda más que aceptar esa voluntad de venirse abajo, que tendrían estos
animales, y comprender que esta acción no es necesariamente igual a derrumbarse,
sino que ofrece, de cierta forma, un contacto directo con lo real, y un
alejarse de todos esos aparentes soportes que pueden revelarse como causantes
de una distancia, y hasta de un aletargamiento, entre los de aquella especie.
¡Qué suerte que no somos elefantes…!
Por supuesto pueden...miles de elefantes balancearse en una tela de araña gigante, cada hilo uno de los que sostienen el puente de San Francisco. ¿Qué pretenden? Columpiarse, nada raro.
ResponderEliminarPara mí es que alardeaban de su supuesta valentía -yo diría inconsciencia- poniéndose a prueba hasta el límite...se me ocurre porque -al menos eso supongo- eran todos machos!
ResponderEliminar=)