jueves, 21 de abril de 2011

Aquí hay perro encerrado, o el amor como necesidad de.

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Marcos está preocupado porque tiene un problema con Marcos, que es su hijo. Yo lo escucho contarme su situación, pero me confundo a ratos porque ambos tienen el mismo nombre y además porque tengo sueño.

-Marcos –lo interrumpo-, ¿por qué no le dices Marquitos, o de otra forma que me confundo un poco con la historia?

-Porque mi hijo se llama Marcos y no Marquitos –me dice algo molesto, o nervioso, más bien-, y además no te digo nada mío. Todo lo que pasa le sucedió a él.

-Ok., pero podrías ordenar un poco los datos, para entender mejor a qué quieres llegar… -le pregunto.

Entonces Marcos (el papá) me reitera que encontró un perrito muerto en el clóset de su hijo, ahogado, lleno de excrementos y amordazado, y que al parecer el culpable de todo eso fue su hijo (el otro Marcos).

-Es decir, no sé si llamarlo culpable –me explica-, Marcos apenas tiene 9 años y sé que no lo hizo de gusto, pero imagínate la reacción al ver eso… No pude evitar gritarle y pedirle explicaciones con algo de violencia…

-¿Le pegaste?

-No, no golpes, digamos. Pero en un momento recuerdo que lo tiré muy fuerte hacia la cama porque estaba de pie y no respondía, y yo no entendía qué pasaba…

-¿Y qué pasó al final?

-O sea, al final explicó, pero era todo tan raro que no sé si he logrado ordenar la historia… escucha: ante todo el perro era un cachorro, uno café que habían tirado en la plaza y que Marcos insistió en que nos quedáramos…

-¿Y tú le habías dicho que no?

-Claro… -me dice algo agresivo-, ¿o cómo querís que lo cuidara si trabajo todos los días y la mamá con suerte viene a verlo una vez a la semana…?

-¿Pero insistió mucho tu hijo en lo del perro?

-¿Marcos?

-Eh… sí, Marcos.

-Pues no tanto, en realidad. O sea mañoseó un poco, pero eso no más… además el Marcos está bien enseñado y no llora ni alega nada, así que yo pensé que todo había quedado hasta ahí.

-¿Y se supone que fue entonces que él entró al cachorro…?

-Sí, parece que sí... Según me dijo lo entró escondido y lo metió en el clóset, pero como hacía mucho ruido, tenía que taparle la boca y terminó amordazándolo, o algo así…

-¿Cómo “algo así”?

-Algo así po, hueón… -me dice, nervioso-, como que le metió unas cosas en el hocico y parece que lo intentó tapar con ropas para que no hiciera ruido…

-¿Y tú te habías dado cuenta de algo raro?

-Nada. O sea, algo me acuerdo de haberle dicho que se callara una noche, pero nada más, y pensé que estaba revolviendo cosas porque en el closet guarda unos juegos y unas revistas…

-…

-Pero lo peor fue que parece que el mismo mató al perro, le llevó agua igual la primera noche y comida, pero con eso de hacerlo callar parece que lo apretó mucho y el perro se murió…

-¿Pero tu hijo se dio cuenta de eso?

-No sé bien, es raro… el me dice que sí, pero que a la vez creía que estaba dormido…

-¿Cómo?

-Eso po, hueón… como que el perro se había muerto, pero estaba dormido… o muerto, pero que iba a despertar…

-¿Como resucitar?

-No sé, a lo mejor creía algo así, porque seguía llevando agua y le hacía cariño y yo sentí hasta olor a perro en la cama así que capaz que hasta lo haya metido muerto…

-¿Y qué pasó con él, al final?

-Lo iba enterrar en el patio, pero preferí meterlo en una bolsa y lo dejé afuera con la basura no más…

-Yo lo decía por tu hijo…

-¿Qué pasó con Marcos?

-Sí…

-No sé po, hueón. Está como igual, aunque no sé bien… Al menos parece ser que no le afectó mucho… Y en colegio no le han dicho nada tampoco… así que supongo que no fue tan terrible a fin de cuentas…

-¿Y por qué me lo cuentas entonces?

-¿Cómo?

-¿Si no fue tan terrible y se supone que hiciste bien las cosas, por qué me lo cuentas?

-Puta, no sé po, hueón, porque somos más o menos amigos y los amigos e cuentan hueás, como para andar con la verdad…

-¿Y tú creís que eso que contaste es la verdad?

-Mira, hueón, yo no quiero preguntas hueonas ni filosofía barata…. trabajo hartas horas en la semana, y tengo un hijo igual que tú, y aunque te creas superior hasta lo quiero igual que tú…

-Igual que todos, supongo…

-No sé, o a lo mejor sí, y por eso da lo mismo si todos los papás se llaman Marcos y todos los hijos se llaman Marcos porque a todos no pasan las mismas hueás…

-Pero entonces no tendríamos para qué contarnos las cosas… todos sabríamos qué pasa… y tendríamos perros muertos en los clóset todos nosotros…

-¿Y tú te creís mejor porque no hay un cachorro en el clóset de tu hijo?

-No me creo mejor, hueón, no te estoy atacando, y puede ser que algún día me encuentre con un perro o un gato, o lo que sea… además la necesidad de amar la tenemos todos…

-Pero no matamos seres por eso…

-No sé, hueón, y no es el punto… es simplemente que ser felices es algo egoísta a veces… o cruel… supongo…

- ¿Y entonces porque hay necesidad de amar pasa a ser válida la crueldad…?

-¿Cómo la crueldad?

-La crueldad, po hueón… la crueldad de la necesidad de amar… ¿eso estay diciendo, o no?

-Yo no quiero decirte nada hueón, porque sinceramente estoy pensando en tu hijo y en mi hijo y me preocupan esas necesidades, y me da miedo…

-Porque tú soy hueón y si pasa más rato hasta te vay a poner en el lugar del perro… y vay a evitar pensar que la vida es blanca o es negra y que no hay más…

-Mira, no sé si hay más, pero ojalá lo haya…

-No vengay con filosofía barata, po Vian… ni me digai ahora que la verdad es barata que es supongo la respuesta que seguía…

-Sí… lo había pensado, pero no iba decírtelo…

-¿Qué la verdad es barata?

-Sí. Más que barata, de hecho.

-Pues entonces ya estoy pensando como tú y se me va a hacer innecesario llamarte y contarte estas hueás que para ti hablan siempre de algo más hondo, donde te terminai ahogando, hueón, igual que el perro.

-Pero se trata de tu hijo, hueón.

-Marcos, hueón… No es “mi hijo”, porque no existe en función mía… es Marcos, como yo, pero él. Y es fuerte y no llora y entendió que mató un perro y que eso no se hace…

-¿Y entendió entonces que ante la necesidad de amar es mejor quedarnos solos y ponernos serios?

-Si la opción es matar y ser crueles, sí… prefiero que entienda eso…

-¿Pero por qué, cruel…?

-…

-¿Entiendes tú lo que estás diciendo?

-¡¿Y tú, Vian, sabís acaso de qué mierda estai hablando?!

Entonces, recordando que Marcos (el papá) debe estar cerca de Marcos (su hijo) gritando y discutiendo, decido mejor guardar silencio.

Además, sinceramente, siento que entiendo poco de esto, y también que mi forma de creer entender o de sentir las cosas, no me ha llevado a situaciones muy buenas… y quizá deba darle unas cuantas vueltas a esto, al igual que mi amigo, para al menos evitar hacer más daño… antes de decir cualquier cosa…

Y es que supongo que es imposible entender a los niños hablando de ellos en vez de ir directamente hacia ellos, y abrazarlos, y ver desde ahí, acaso, si logramos recordar ese hambre de amar y de intercambiar afecto que todos tuvimos en algún momento, hasta que la fuimos perdiendo, -algunos de nosotros-, como tantas otras cosas.

3 comentarios:

  1. soñé que me acompañana a llevar a un abuelito de antofagasta al cine, estaba también una amiga y usted era una mezcla entre usted y otra persona.
    saludos...

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  2. Siempre he pensado que los hijos son en sus primeros años fieles reflejos de lo que pasa en sus casas, de lo que son sus padres...y en este relato queda claro que este pobrecito habría sufrido mucho.

    Un abrazo.

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  3. Preciosura tal de los adultos maquineados, se puso tecnológico Marcos (padre) y se convirtió en robot, dejó se sentir, dejó incluso la preocupación natural, el mismo sentía a Marcos (hijo) como el perro que encontró en aquel clóset.

    saludos!

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