jueves, 14 de abril de 2011

Sobre el bien que puede hacernos recibir un palo en la cabeza, de vez en cuando.

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Un amigo me intenta convencer para que llegue tarde al trabajo porque hay algo que quiere mostrarme desde la ventana de su cuarto.

Luego de asegurarme que no se trata de un asunto sexual y escuchar cómo me saca en cara unos cuantos favores que apenas recuerdo, accedo finalmente e invento un trámite urgentísimo que debo resolver, para evitar problemas en el trabajo.

Así, media hora después me encuentro mirando desde la ventana de un segundo piso, hacia un pequeño colegio especial para niños con síndrome de down, que funciona desde hace años a un costado de la casa de mi amigo.

-Llegaste justo, hueón –me dice apenas entro-, fíjate en el rincón de allá, al fondo… ¿Qué ves…?

-Veo una niña que está sentada en un banco sin hacer nada en particular, y que al parecer llegó más temprano que sus compañeros a la escuela…

-Síguela viendo…

-¿Qué?

-Que la sigai viendo, po hueón…

-Espera, me hacís venir súper temprano acá, y hasta inventar algo para llegar más tarde al trabajo y me pides luego que observe a una niña que llega temprano…

-Es que no es cualquier niña po hueón…

-No po, es especial po hueón, por eso va en ese colegio…

-No me refería a eso… ¡mira, ya llegó…!

-¿Quién?

-Mira no más hueón… no te distraigas…

Entonces yo observo cómo se acerca un niño rápidamente hacia ella, a pasos irregulares y con un andar torpe, pero veloz, y golpea a la niña en plena cabeza con el palo que andaba trayendo en una de sus manos, haciendo que ésta se desplome inmediatamente.

-¡Hueón, golpeó a la niña con un palo…! –digo.

-¿Le dio en la cabeza, cierto? –me dice mi amigo, con una voz demasiado calma para la situación.

-Sí, en la mitad de la cabeza, desde el frente…

-¿Y la niña se desplomó y no se mueve? –me pregunta él, como si lo afirmara.

-Sí, así ocurrió… voy a bajar a avisar, a lo mejor…

-Yo ya fui a avisar…

-¿Cómo? Pero si acaba de suceder y has estado aquí todo el tiempo…

-Ocurre lo mismo todas las mañanas… y he avisado en ocasiones anteriores

-¡¿Cómo?! ¿Ese niño va golpeando a las niñas que encuentra cada mañana y nadie hace nada?

-Es que no es a varias, realmente, sino que siempre a la misma, día tras día…

-¡Pero no es posible…! ¡Cómo puede alguien aguantar esos golpes… si es posible que hasta esté inconsciente y…!

-Espera mejor… y sigue mirando un poco…

Es así como yo, todavía sin poder reaccionar, observo a la niña hacer unos movimientos extraños y ponerse de pie con una expresión alegre, y mirando todo lo que la rodea como si fuera nuevo.

-El palo es en realidad un instrumento blando –me explica entonces mi amigo-, parece que lo ocupan para algunos juegos, pero no ocasiona daño alguno… yo fui a ver un par de veces lo ocurrido, pero al final una de sus profesoras me lo explicó.

-¿Qué te explicó?

-Lo que te digo po hueón, que el palo no era un palo y que la niña se tira al suelo por una hueá que no estoy muy claro si es más simple o más compleja que lo que le podría ocurrir si realmente la golpearan con algo más contundente. Pero lo importante es que se para a los pocos minutos…

-No te entiendo…

-Me refiero a las razones que tiene la chica para caer de esa forma… ¿no adivinas?

-¿Qué cosa?

-Que lo que le sucede realmente a esa chica es que ella cree que muere cada mañana, cuando ese chico le da el golpe…

-Pero eso es idiota…

-Sí, pero ellos son idiotas… y entonces pueden hacer esas cosas sin problemas.

Yo intento darle unas vueltas al asunto y vuelvo a mirar por la ventana mientras me explican la situación un par de veces más, sin que mi comprensión avance mucho.

-Si te fijas, ahora el chico que la golpeó le enseña el nombre de las cosas, el mundo que la rodea, y supongo que incluso le explica qué es la vida –me dice mi amigo, algo irónico-. La profesora de ellos me explicó que todo surgió a partir de un ejercicio que hicieron y que esa chica se obsesionó con nacer nuevamente cada mañana y que alguien le cuente cómo funciona todo…

Y claro, pienso yo, si uno mira por la ventana se ve al muchacho indicándole las cosas y llevándola del brazo cuidadosamente, como presentándole cada una de las cosas que se encuentran desperdigadas por el patio.

Justo entonces, cuando intento ponerme en el lugar de aquella chica y le doy vueltas a eso de si es tan buen negocio morir cada día para renacer en ese mismo periodo, justo entonces, decía, observo que el chico que le muestra el mundo a aquella chica –el mismo que la había “asesinado” un momento atrás, dicho sea de paso-, apunta ahora exactamente en mi dirección y le dice algo a la niña, como explicándole quién soy, antes de quedarnos mirando, los tres, por un instante.

Y sí, luego de eso mi amigo sigue hablando y los chicos del colegio dan una última vuelta antes de entrar a sus salas y yo me quedo ahí, pegado en la ventana, dándole vueltas a las razones de esa niña y también, debo reconocer, a lo que le dijo aquel chico de mí: ¿cómo me describió? ¿habló de mis intenciones…? Y tantas otras que en el fondo son prácticamente puro egoísmo, y quizá, de una forma similar a lo que hace esa chica, buscan dar satisfacción a esa necesidad que tenemos de ser otro, o nacer nuevamente y tener la oportunidad de vivir de una forma distinta y llegar a ser incluso, unas personas distintas.

Y es que la vida supongo que se hizo también para eso, para reinventarse sobre la marcha, para tacharla, para anular su significado y darle uno nuevo cada día… si hasta el sueño –ese que me invade ahora y que me hace cerrar los ojos cada dos palabras-, viene a ser algo así como esa muerte pequeñita a la que tenemos acceso… ¿y saben? mejor la elijo antes que la noche se me pase y prolongue una existencia que necesita descanso hace ya un tiempo… y me golpeo y me desplomo y me despido, de antemano…

Un nuevo Vian los recibirá mañana (y espero que escriba mejor que éste, que ya se cae de sueño).

Buenas noches.

Descansen en paz.

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