domingo, 24 de abril de 2011

La felicidad es un placer que te arruina.

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"Has estado enferma, pobre ángel mío;
quizá ambos somos la causa.
Si hubiéramos tenido tiempo nos habríamos matado.
Tenía ganas.
¡Qué felices éramos entonces!
¡Qué locos y jóvenes!
¡Qué pocos días de esos hay en la vida!”

Flaubert, carta a L. Colet (12-9-1846)


I.

La felicidad es un placer que te arruina
Dice Flaubert.

Te mira desde arriba del abismo
Y se burla pues sabe
Que el regreso es imposible.

Acepta la lucha
Y te hace escoger el campo de batalla
Y armada de venganza y de vergüenza
Cual Tomiris
Te humilla y te degüella y te sumerge
En la sangre derramada.


II.

¡Arruinémonos!

Bajemos rodando las laderas
Y arranquémonos el pelo
Rasguémonos la piel
Festejemos.

¡Qué triste y opaco debe ser un paraíso
Lleno de hombres ancianos
Descreídos y decrépitos!

Aún es tiempo:

¡Arruinémonos!


III.

Que fluya entonces el alcohol
Y griten violadas, las doncellas
Mancilladas porque el amor
O porque la vida
O porque Dios
Las engañó de la misma forma que a las putas.

Márquense las arrugas con cuchillos
Ahorremos tiempo
No dejemos que el descenso
Y la caída
Arrastren con ellos
Lo que queda.

Además somos lo que queda.

Nuestros restos.


IV.

La felicidad es el placer que te arruina
Dice Flaubert.

Todos los demás pasan por el hombre
Y apenas nos desgastan.

La felicidad en cambio nos deja
Algo así como sedientos,
O con la consciencia del desgaste
Y la eternidad como una farsa.

La felicidad es cruel
Y es obsesiva,
Enferma de sí misma
Y nos arruina.

¡Arruinémonos!


V.

Ciro fue a pelear contra Tomiris,
Y sus ejércitos lucharon
Y la sangre corrió
Y Ciro fue muerto.

Entonces Tomiris,
Despreciada y orgullosa, recogió en una vasija
La sangre derramada en la batalla
Y sumergió en ella la cabeza arrancada
Del rey Ciro.


V.

¡Qué pocos días hay de aquellos en la vida!

Y cuanto desperdicio
Y cuanto daño
Por no saber
Conformarse con aquello.

Engáñese usted si quiere,
Y aspire a la decrepitud…
Y sobreviva
¡Allá usted…!

Cuide de sí mismo
Y espante las moscas del cadáver,
Y viva usted como el cuerpo de Ciro
Al que le han arrancado la cabeza.


VI.

Todos perdemos el momento:

Lo dejamos pasar.

Y miramos a distancia
Y hasta el recuerdo se pierde
Y ya no auxilia.

Y los hombres claman
Y alegan
Porque la vida no es justa.

Y creen merecer felicidad
Y justicia
Por el mero hecho de existir…

¡Insensatos!


VII.

Quizá las putas saben la verdad
Y no la dicen.

Por eso tengo sed de putas.

Nada de princesas,
Nada de mujeres puras.

Esa es carne en formol
O trabajada con tinturas
Como la carne de supermercados.

Las putas en cambio,
Ofendidas,
Obran como Tomiris,
Y saben la verdad
Pues han sido despreciadas.

Por eso tengo sed de putas.

Y ellas tienen sed de sangre.

Y a mí la sangre me sobra.


VIII.

La felicidad es un placer que te arruina
Dice Flaubert…

¡Arruinémonos!

¡Arruinémonos!

¡Arruinémonos!

1 comentario:

  1. http://www.diagonalperiodico.net/El-amor-romantico-ultima-utopia-de.html
    arruinémonos

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