Ponen una piedra sobre ti cuando te olvidan.
No una lápida, sino una piedra.
De hecho, la ponen sobre ti sin ser conscientes de ti,
sino pensando que colocan la piedra simplemente sobre el suelo.
Así, bajo las piedras, vamos apilándonos
hasta que perdemos la noción de quienes fuimos.
Si es que fuimos.
No es esto algo malo, sin embargo.
Incluso a mí, si me preguntan,
contesto sin dudarlo que prefiero que me olviden.
Bajo las piedras se está cómodo, además.
La tierra es menos seca y de vez en cuando te encuentras algún bicho.
Además, si das con una piedra más pequeña
tienes derecho a ponerla tú mismo sobre ti
sobre el pecho, por ejemplo,
o sobre la parte de ti que más estimes conveniente.
Ahora mismo, somos muchos los que estamos bajo piedras.
Somos indistintos, eso sí, bajo ellas,
por lo que no podría nombrar a nadie,
aunque quisiera.
Yo mismo, por ejemplo, apilado sobre mí,
he perdido la noción de quién he sido.
Así, la voz se filtra ente mis capas
y poco a poco acepta el extravío.
De esta forma perdemos nombres, años…
y hasta el grito con el tiempo parece fundirse con la piedra.
Si es que hay grito.
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