Lo recordaban a medias, de vez en cuando, como alguien que estuvo ahí.
No es que fuese el protagonista o hiciese grandes acciones, pero todos recordaban, de una forma u otra, su presencia.
Y es extraño, pero frecuentemente ocurría que terminábamos hablando de él.
No importaba el contexto ni el tema original del que, en principio, hubiésemos estado hablando.
Comparando anécdotas, intentando recrear alguna frase… tratando, en definitiva, de reconstruirlo en base a palabras.
Tal vez por eso, ahora que lo pienso, siempre nos quedó inexacto.
Inexacto e impreciso, digamos, como un retrato hecho por muchas manos.
O como una imagen desenfocada.
Así y todo, esto que ocurría no era algo de gravedad.
Me refiero a que la historia mayor (la de todas) no parecía verse alterada por esas inexactitudes.
De hecho, hubiésemos podido elegir no verlo (no recordarlo, más bien), y nada hubiese cambiado lo más mínimo.
-Igual es raro -comentó F., una vez-. Yo recuerdo muy claro toda esa época y su presencia constante, pero si lo dejas fuera o lo olvidad, no es que cambie nada realmente…
-Sí -agregó J.-, es como sacar un número de una ecuación y que el resultado no cambie en lo más mínimo…
-Pues entonces no sería un número…
-Un número sí -defendió J.-, pero no una cifra, una especie de signo numérico sin valor absoluto…
-Es cierto -dijo otro, luego de un rato-. Probablemente, no fuese nunca protagonista de nada.
Miramos a ese otro y nos quedamos en silencio.
Y es que no nos pareció que debiese agregarse nada luego de aquello.
Desde entonces, en todo caso, dejamos de hablar de él.
Y con esto, olvidamos también su imagen.
Nunca hubo, a fin de cuentas, fotografía alguna.
Ese fue el trato.
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