I.
¿El color que no se desvanece?
Pues sinceramente no sé cuál es.
Debe existir, por supuesto, no es que lo ponga en duda.
Pero de ahí a conocerlo hay un tramo que -debo admitirlo-, todavía no he transitado.
Además, si lo piensas, uno no podría asegurar que no se desvanece si no hasta el final.
Es decir, uno apenas podría asegurar que no lo vio desvanecerse.
Por lo mismo, el color ese sería un poco indistinto a otros.
Salvo que su tonalidad sea única y no admita matices.
II.
No sé si viene al caso, pero en el manuscrito de “El hombre menguante”, de Matheson, hay un final alternativo.
No es un final bien desarrollado ni escrito al detalle, pero la idea que lo estructura puede sintetizarse de la siguiente forma:
El hombre menguante descubre que en realidad no es él quien disminuye su tamaño, sino que el universo entero -todos los cuerpos y la materia que lo conforman, salvo él-, se expanden día a día.
Y esto, extrañamente, lo reconforta.
III.
¿El color que no se desvanece, decías?
Pues no sé.
Eso también ya te lo dije.
Igualmente, puedes seguir buscándolo.
Por mi parte, es algo que no necesito, aunque exista.
Me asusta, de hecho, que eso exista.
Después de todo, hasta la sangre deja de ser sangre, al abandonar el cuerpo.
Eso es lo que te digo, y ya está.
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